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Interes General

Todes usamos guasap

No es lo mismo masas que meses. Ni pocos que peces. No es lo mismo cada que codo. Ni que cede. Ni es igual tronco que tranca. Ni tronosque trenes. El poder de las vocales es absoluto. Pero \"vamos todos\" se usa dos veces (para cuando \"vamos todos los hombres\" y \"vamos todos los hombres y las mujeres\") y \"vamos todas\", sólo una. Cuando es mixto, es masculino.

Egresados, decimos, y las chicas quedan incluidas en el género opuesto, a menos que egresen de un colegio de mujeres. El lenguaje inclusivo es a veces exclusivo, lo que significa en sí mismo que deja de incluir.

​El hombre llegó a la Luna por sinónimo de raza humana, no por el sexo de Neil Armstrong. Pero, ¿quién habría llegado a la Luna si lo hubiesen hecho tres astronautas mujeres? Probablemente, seguiríamos diciendo “el hombre”. Todo tan incómodo que ya es hora de admitirlo: una injusticia patente.

La Real Academia Española dice estos días que con el lenguaje inclusivo no se podría hablar, pero los académicos están divididos ante la novedad más reciente y polémica de la lengua: fue hace pocos meses que escuchamos en la Argentina hablar de les diputadesy sonreímos ante la sorpresa. Pero nos incomodamos luego con los buzos de egresades y las consignas hacia el vamos todes.

¿Por qué nos asusta el lenguaje inclusivo de los (les) millennials y no tantos (tantes, sería)? Un modo de hablar que es, en sí mismo, un mensaje atado a la revolución de las mujeres.

Es cierto que es impuesto y arbitrario, pero todo el idioma lo es. Por eso la Academia acaba de aceptar selfi, meme y vender humo(tratar de convencer con argumentos carentes de sentido).

Es interesante notar que en alguien que pasa con un buzo de egresades ya no vemos sólo a un chico o chica (chique, nos retarían ellos) sino a quien tiene algo para decirnos. Lo interpretamos: quiero un mundo donde las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres.

¿No es verdaderamente creativo expresar todo eso con el simple cambio de una vocal? El autoritarismo contracultural sobre la imposición -en el sentido de que si decimos todos, diputados, o egresados somos negadores seriales de los derechos de las mujeres- no parece más que un fanatismo impostado para hacerse oír mejor en el comienzo. Pero las revoluciones se miden por sus finales.

El paso clave fue pasar del tibio arroba y de la equis impronunciable a la consagratoria \"e\", porque con eso la lucha pequeña, mediana o grande por el lenguaje inclusivo -aún es temprano para conocer su verdadera dimensión- saltó en garrocha de la escritura a la voz. Salió de la formalidad de los comunicados progre para ganar la calle y meterse en el latido vital de las conversaciones.

La Real Academia -que recomienda una palabra tan horripilante como guasap- quizá halle argumentos para terminar aceptando todes, acaso como opción voluntaria.

Aún creyendo que la esencia de la lucha por la igualdad de género no pasa por el idioma, tampoco hay que ignorar el poderoso significado de los nuevos significantes: palabras con vocales que piden por  equidad.

¿Deben estar ellas fuera de la lengua? ¿Y debe estar adentro guasap,sólo porque el español necesita ponerle diques al inglés en la era digital? En el debate debería entrar todo. Lenguaje inclusivo inclusive.

 

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