Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido

Click aquí para activar las notificaciones y recibir las noticias directamente en su escritorio.

Interes General

La controvertida serie de Jesús que fue vista por 700 millones de personas y que convirtió al actor en estampita

En tiempos donde no se sabe con certeza qué eligen ver las audiencias en televisión abierta Jesús, una novela religiosa, se adueña todas las noches de la pantalla. El hecho –cayendo en el lugar común- calificaría como un verdadero “milagro”. Sin embargo, no es la primera vez que una propuesta basada en la vida del nazareno se convierte en un fenómeno de masas. Cuando en 1977, el director italiano Franco Zeffirelli estrenó Jesús de Nazaret, una miniserie que duraba seis horas y 20 minutos consiguió dos logros: que la vieran 700 millones de personas y que su obra fuera amada y odiada casi casi con la misma pasión que atravesó el protagonista original.

Para algunos esta historia comenzó hace dos mil años cuando para los creyentes vivió, murió y resucitó Jesús. Pero para Zeffirelli surgió a principios de los 70. En ese momento se le ocurrió que filmar una película mostrando la muerte de Cristo y la desaparición de su cuerpo sería un gran suceso. El proyecto no prosperó. La temática religiosa siguió rondando por la cabeza del director y en 1972 presentó Hermano Sol, hermana Luna, la vida de san Francisco de Asís. Lo que mostró en pantalla fue una visión -para algunos poética y para otros superficial-, que poco tenía que ver con el fundador de la orden franciscana. Se lo presentaba más como un hippie medieval que como un auténtico seguidor del evangelio, pero fue un gran suceso y Zeffirelli resultó nominado al Oscar como mejor director.

Aunque no ganó la estatuilla fue un reconocimiento para un hombre que en su origen parecía poco destinado a saborear eso llamado éxito. Nació en Florencia el 12 de febrero de 1923. Su padre era, según sus palabras, un “hijo de puta simpatiquísimo”, un comerciante casado que tuvo un romance clandestino con la dueña de un taller de moda. Cuando su madre lo anotó en el Registro Civil a falta de apellido paterno reconocido, le quiso poner Zeffiretti en honor al aria “Zeffiretti Iusinghieri” de la ópera de Mozart Idomeneo, de la que era fanática, pero el empleado escribió mal y quedó Zeffirelli. Seis años después, su madre murió y su padre lo dejó en la casa de unas mujeres solteronas y una viuda inglesa.

La tristeza y la religión católica fueron las compañeras cotidianas de su infancia. Un período que recordaría como “profundamente doloroso”, rodeado de mujeres afectuosas, pero con el estigma de “bastardo” y donde los hombres se presentaban como seres muy aburridos.

 

El director portaba en su adn los genes del arte. Su árbol genealógico llevaba nada más ni nada menos que hasta Leonardo da Vinci, el genio del Renacimiento. Por eso, a nadie sorprendió cuando se anotó en la Academia de Bellas Artes y en la Facultad de Arquitectura. Pero en vez de dedicarse a los planos le picó el gusto por la actuación y se mudó a Roma. Fue en esa ciudad donde conoció a un hombre que lejos de resultarle aburrido le cambió por completo la vida: Luchino Visconti, el gran director de cine, teatro y ópera. Vivieron un amor pasional y tormentoso que acabó pésimo. No fue por una infidelidad sino porque Visconti, luego de un robo en su casa, lo puso en la lista de sospechosos. Zeffirelli terminó en la comisaría y con la relación.

Lejos de las turbulencias de su vida privada, Zeffirelli dejaba de ser uno más para convertirse en un distinto. Su gran sentido estético sumado a su talento visual hacían de sus presentaciones éxitos monetarios para los productores y experiencias inolvidables para los espectadores. Se lo definía como un “director total”, no solo ambientaba sus obras también las dirigía y en muchas ocasiones escribía. En el Metropolitan de Nueva York, 800 espectáculos llevaron su firma. Su fama era tal que la pareja del momento, nada más ni nada menos que Liz Taylor Richard Burton aceptaron participar en La fierecilla domada y se convirtieron en sus grandes amigos.

 

Zeffirelli vivía una época de esplendor. Lejos quedaban esos días peleando como partisano en la Segunda Guerra o ayudando como traductor a los soldados británicos. En 1968, su película Romeo y Julieta recibió aplausos, cuatro nominaciones al Oscar de las que ganó dos y fue furor entre los adolescentes de todo el mundo. Después llegó su otro gran éxito, Hermano Sol y hermana Luna.

Mientras Zeffirelli conocía la gloria, la Iglesia vivía esa gran revolución que significó el Concilio Vaticano II. La misa abandonaba el tradicional latín para ser oficiada en las lenguas de cada pueblo, sacerdotes y religiosas se desprendían de sotanas y hábitos para vestir con ropas de hombres comunes y a Juan XXIII, el Papa bueno, lo sucedía un adusto pero igualmente comprometido Paulo VI. Fue este pontífice que notó el éxito Moisés y Los hechos de los apóstoles, dos programas religiosos emitidos por la televisión italiana y le propuso a las autoridades filmar la vida de Jesús.

Los productores se entusiasmaron con la idea y pensaron en Ingmar Bergman, un hombre que como hijo de un pastor luterano sabía de fe, pero sus condiciones -como rodar en la isla sueca donde vivía- les resultaron descabelladas y desistieron. Entonces buscaron a Zeffirelli. Su nombre era conocido y reconocido en todo el mundo, sus recreaciones históricas eran rigurosas, además era un declarado católico que había sido compañero del Papa en la Acción Católica. Pero, como casi siempre hay un pero...

Zeffirelli era homosexual, algo que la Iglesia condenaba. Sin embargo aceptó al director quizá porque aunque él no ocultaba su sexualidad solía emitir opiniones algo peculiares por no escribir retrógradas. Detestaba el término gay porque era “una manera estúpida de llamar a los homosexuales, como si fuesen payasitos inocuos y divertidos”, jamás reconocía su homosexualidad en público y se oponía al matrimonio gay. “Creo que se trata de un hecho privado. No entiendo por qué tiene que convertirse en una provocación; es estúpido. Detesto toda la oficialidad gay. Soy homosexual, no lo escondo, pero siempre tuve una vida muy feliz porque nunca quise que nadie entrara en mi pequeño jardín. Lo que hacés en la cama, son cosas tuyas”.

Franco Zeffirelli en 1974. Por sus versiones de \"La fierecilla domada\" y \"Romeo y Julieta\" fue nombrado \"Sir\" por la reina Isabel. (AP Photo/Jerry Mosey, File)

Aceptado –o en este caso bendecido- el director, solo quedaba buscar al protagonista y acá comienza una película dentro de la película. Porque si encontrar a un actor que cuadre con lo deseado suele ser una tarea compleja, imagine el lector lo que será descubrir alguien que represente al Hijo de Dios. Durante siglos millones de creyentes hicieron sus propias representaciones, decenas de artista intentaron retratarlo. Era todo un desafío hallar a un actor que representara un rostro desconocido pero a su vez conocido y venerado por millones de personas.

Zeffirelli era consciente del desafío, por eso -astuto- en su contrato incluyó una cláusula que lo eximía de seguir con el proyecto sino encontraba al indicado. Las exigencias eran muchas. Debía ser alguien capaz de encarnar a Jesús y asumir un rol protagónico. Tenía que saber inglés, porque la historia se rodaría en ese idioma y no había presupuesto para doblarlo. A eso se le sumaba que lograra reproducir las palabras más importantes para los creyentes sin caer en tonos edulcorados pero tampoco grandilocuentes y que además no tuviera menos de 30 años pero tampoco más de 35.

La primer opción fue Dustin Hoffmann y se barajó el nombre de Al Pacino. Pero sus rostros ya eran bastante conocidos y eso podía ser contraproducente. Así que el director decidió pasar un tiempo en Inglaterra viendo distintas obras. Fue así que se topó con Robert Powell y lo convocó para interpretar a Judas.

 

Después de la prueba, Zeffirelli quedó impactado por los ojos del actor y le pidió que audicionara para el rol de Jesús. Los asistentes pensaron que el director siempre tan seguro estaba perdiendo el rumbo. ¿Cómo alguien convocado para hacer de traidor terminaba interpretando a un redentor? Pero Zeffirelli contestó que Si Judas tiene esos ojos, qué ojos tendrá Jesús\"Pidió que lo vistieran y maquillaran con las ropas que usaría el Nazareno. El resultado fue sorprendente. El inglés no solo cumplía su rol con actitud, también irradiaba un magnetismo que enmudecía a todos.

Con el protagonista elegido y grandes figuras como Laurance Olivier, Christopher Plummer y Anthony Quinn confirmadas ya se podía comenzar a rodar. Se contrataron 260 actores, la expectativa era tal que Claudia Cardinale accedió participar en el rol de una mujer adúltera aunque solo pronunciaba cinco palabras. Elisabeth Taylor, que debía hacer el papel de María Magdalena, se enfermó y fue sustituida por Anne Bancroft, que aceptó una retribución menor a la que estaba acostumbrada, haciendo incluso ahorrar dinero a la producción.

 

Pero quizá porque se trataba de una producción sobre el Hijo de Dios, “el diablo metió la cola”. Powell vivía con su pareja en concubinato, algo expresamente condenado por la Iglesia en ese momento y aparecieron titulares como “Jesús vive en pecado con su novia”. Para evitar problemas, el actor pasó por el altar aunque aseguró que lo hizo por amor y no presionado…

Casarse no fue la única exigencia que debió enfrentar Powell. Zeffirelli pensó que si durante las tomas mantenía sus ojos bien abiertos lograría parecerse más al Mesías, por lo que lo obligó a filmar sin pestañar. En los casi 400 minutos que dura la película solo se lo ve pestañear una vez y es en la cruz. Para potenciar más su mirada se le maquillaban los ojos de azul y blanco.

La composición de Powell y la dirección de Zeffirelli lograron impactar de tal manera que inmediatamente ese rostro se reprodujo en millones de estampas religiosas. Todavía hoy se encuentran en algunas santerías. “Una vez estaba en Venezuela grabando una serie y mis compañeros fueron a una misa. Cuando volvieron, todos estaban riéndose y me dijeron ‘qué bueno que no nos acompañaste a la iglesia, porque, detrás del altar, la imagen que veneran es la tuya’. Era un imagen de una revista”, contó Powell.

 

Aunque los historiadores aseguran que el Cristo histórico era un hombre moreno, de contextura algo robusta, cabello corto y barba frondosaen Occidente, siempre se lo representó con pelo largo, algo de barba, mirada clara y tez blanca. Pero después de 1977, se le sumaron otras características, el pelo ondulado, una delgadez llamativa y los ojos azules. En suma, las características de Powell.

Lo que fue una “bendición” durante la filmación, a la larga resultó una verdadera “maldición” para el actor. Tuvo que recurrir a ayuda psiquiátrica para poder desprenderse de su personaje y pese a haber realizado más de 30 producciones nunca volvió a destacarse en cine o televisión por lo que se dedicó a la literatura. Jamás volvió a usar barba y mucho menos el pelo largo porque la gente lo perseguía y hasta le pedía milagros como si fuera el mismo Cristo.

Jesús de Nazareth comenzó a rodarse en septiembre de 1975 y se terminó en mayo de 1976. Fueron ocho meses de intenso trabajo en Túnez y Marruecos, con extras nativos que apenas sabían algo de inglés y que debieron ser doblados. Se estrenó el domingo 27 de marzo de 1977 en la televisión italiana, que la fue desplegando en cinco capítulos de una hora y cuarto de duración. Después se emitió en el Reino Unido y en los Estados Unidos. 700 millones de personas la vieron en todo el mundo, menos en Egipto ya que fue prohibida por sus líderes religiosos. El estreno no estuvo libre de polémicas. Algunos religiosos la criticaban por mostrar a un Jesús humano, cercano y poco divino, pero el papa Paulo VI recibió al director en audiencia privada para felicitarlo sin intermediarios.

 

Desde su estreno, para Semana Santa algún canal de algún país del mundo la incluye en su programación. A veces en capítulos de una hora de duración, pero otras en su versión completa de seis horas 20 minutos. Lo más curioso sucede en Chile. Desde 1982 se la emite entera y siempre es un fenómeno de audiencia que duplica a la competencia.

En el 2004, Mel Gibson se animó a volver a filmar la vida de Jesús, como pelicula, pero se centró en su pasión y muerte. Jim Caviezel encarnó al Nazareno sin embargo, no logró el impacto de Powell. La proyección amada y odiada también fue un exitazo. La popularidad también acompaña a Jesús, la ficción que emite Telefe protagonizada por Dudu Azevedo.

Jim Caviezel interpretó a Jesús en \"The Passion of the Christ\" pero no logro hacer olvidar la figura de Powell (Philippe Antonello/Icon Distribution)

Cuando le preguntaban sobre su película/serie más famosa Zeffirelli respondía: “No sé si he hecho una obra ilustre o no, pero si un solo fotograma consigue sacudir a alguien, despertar en él el eco de ese mensaje divino que todos llevamos dentro, no solo estarán justificados todos los sacrificios que hemos hecho sino que además habrá dado un sentido a mi vida entera”. Si las series de Jesús son un éxito más que una cuestión de gustos parece una cuestión de fe.

Compartinos tu opinión

Te puede interesar

Últimas noticias

Fotos

Queremos invitarte a conocer Tierra del Fuego a través de sus maravillosos paisajes.

ver todas las fotos

Videogalería Ver más

Momentos TDF

Teclas de acceso