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Crecen los adultos mayores, pero no sus ingresos

En mayo de 2025, las jubilaciones en Argentina registraron un incremento interanual del 16%. Sin embargo, a pesar de la suba, el poder de compra sigue deteriorándose: los haberes se ubican un 2% por debajo del mismo mes del año anterior. Esto significa que, en términos reales, los jubilados perdieron capacidad adquisitiva frente a la inflación.

El número de adultos mayores creció un 65% entre el siglo pasado y lo que va del actual. También aumentó la cantidad de personas en edad activa (entre 15 y 64 años), lo que coloca a Argentina como uno de los pocos países que todavía conserva el llamado “bono demográfico”.

Sin embargo, el empleo formal, principal sustento del sistema previsional, muestra señales preocupantes. Desde la asunción de Javier Milei hasta marzo de 2025, se perdieron más de 115 mil puestos de trabajo en el sector privado, mientras que el sector público redujo su planta en 50 mil cargos, según datos del CEPA. Al mismo tiempo, creció el número de monotributistas, aunque sus aportes al SIPA son sensiblemente menores.

Mientras tanto, la pobreza golpea con fuerza a los adultos mayores. Más de la mitad de los jubilados ingresaron por moratorias y cobran la mínima, apenas reforzada por un bono que permanece congelado hace más de un año. Según la Defensoría de la Tercera Edad de CABA, la canasta básica de un jubilado triplica el ingreso que hoy perciben quienes no cuentan con ahorros, ni siguen en actividad, ni reciben ayuda familiar. En términos simples: uno de cada tres jubilados es pobre.

El estudio “Pobreza e Indigencia: Perfiles de la pobreza”, realizado por investigadores del CONICET y del Instituto Gino Germani, indica que en la primera mitad de 2024 la pobreza en mayores de 65 años se duplicó, pasando del 13,2% al 30,8% en un año.

Dos caras de una misma vejez

Lejos de esta realidad, existe una minoría de adultos mayores con alto poder adquisitivo, activos, saludables y conectados con nuevos hábitos de consumo. Esta tendencia es conocida como “Silver Economy” y redefine los estereotipos de la vejez. Según la ONU, para 2050, los mayores de 65 años representarán el 18,9% de la población en América Latina.

Cristian Sepúlveda, CEO de Apex America Brasil y experto en longevidad, explica: “Actualmente, en países como Argentina, Chile, Colombia y Perú, este grupo representa entre el 13% y el 16% de la población total, con una tendencia al alza. Para 2030, la población mayor de 60 años superará a la de menores en varias de estas naciones”.

Calidad de vida, longevidad y nuevos desafíos

La expectativa de vida en Argentina alcanzó los 77,5 años en 2024, según la OPS. Este dato ubica al país por encima del promedio regional. Sin embargo, como advierte Mercedes Jones, doctora en Sociología, “entramos en la era de la gestión de la longevidad, un nuevo desafío que incluye parar el edadismo y abrir caminos de participación genuina e integral”.

Los nuevos adultos mayores quieren seguir en movimiento. “La antigua imagen de las personas mayores pasivas está cambiando. Muchos quieren aprender, viajar, colaborar con la sociedad y vivir con plenitud emocional, incluso en su sexualidad”, señala Jones en el marco del foro GLI Latam organizado por Pro Mujer.

Incluso la cirugía estética ya no es territorio exclusivo de los jóvenes. El cirujano Juan Manuel Seren comparte el caso de una paciente de 79 años que se sometió a una intervención para casarse por cuarta vez: “Vegetariana, profesora de yoga, hacía deporte… tenía un desempeño perfecto”, comentó, reflejando cómo se amplió el paradigma de la belleza y el bienestar en la tercera edad.

La Silver Economy como motor

Esta corriente no solo representa un cambio cultural, también está transformando industrias enteras. Según un informe de Deloitte, “la longevidad ha llegado para quedarse” y en el futuro, las ciudades estarán integradas por comunidades intergeneracionales, sin necesidad de aislar a los mayores.

La economía plateada representa un desafío y una oportunidad. Pero mientras una parte de los adultos mayores se adapta a este nuevo modelo, la mayoría aún sobrevive con ingresos por debajo de la línea de pobreza. La brecha es evidente: la longevidad se celebra… si se puede pagar.

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