La llegada de diciembre trae consigo un clima distinto: se mezclan la alegría, la nostalgia y las ganas de reencontrarse. Y uno de los gestos que mejor anuncia ese tiempo de fiestas es, sin dudas, el momento de armar el arbolito. Cada familia tiene su propia forma y sus propios recuerdos alrededor de esta costumbre, que no solo llena de luces y colores la casa, sino que marca simbólicamente el inicio de la Navidad.
Ahora bien, ¿cuándo se “debería” armar el árbol? En muchos hogares la respuesta está clara: el 8 de diciembre. Ese día, para la Iglesia Católica, se celebra la Inmaculada Concepción de la Virgen María, y con el paso del tiempo se convirtió también en la fecha elegida para comenzar la preparación hacia la Navidad. Desde entonces, el armado del arbolito funciona como punto de partida de un período que culmina el 24 de diciembre, en la víspera de Nochebuena.
A partir de esa jornada, es habitual que las familias se reúnan para colocar esferas, cintas, luces, guirnaldas y otros adornos que visten tanto el árbol como distintos rincones del hogar. No faltan las anécdotas, los villancicos de fondo o la búsqueda del adorno “preferido” que cada año vuelve a ocupar un lugar especial entre las ramas.
De todos modos, no existe una única regla. En algunos lugares se prefiere esperar a los días previos al 24 de diciembre para levantar el árbol, como una manera de concentrar la expectativa en las últimas semanas del mes. En otros casos, hay verdaderos entusiastas que lo arman incluso a fines de noviembre o en los primeros días de diciembre, para disfrutar durante más tiempo del ambiente festivo.
Más allá de la fecha elegida, el armado del arbolito sigue siendo una de las tradiciones más queridas de la Navidad. Es la excusa perfecta para compartir un rato distinto en familia, desconectarse de las preocupaciones cotidianas y preparar el hogar para una de las celebraciones más esperadas del año. Lo esencial no es tanto el día que se elija, sino hacerlo con ganas, con cariño y, si es posible, rodeado de las personas que uno más quiere.
¿Qué significado tiene el árbol de Navidad?
Mucho antes de convertirse en un símbolo cristiano, distintas culturas asociaban los árboles siempre verdes con la vida, la protección y la conexión con lo divino. Entre ellas, los pueblos celtas solían adornar el llamado “Árbol del Universo” en honor a sus dioses.Con el tiempo, el cristianismo incorporó esa práctica y la resignificó para celebrar el nacimiento de Jesucristo. Así, el árbol pasó a representar el amor de Dios y su presencia en medio del hogar. La elección del pino, con su forma triangular, también adoptó un sentido religioso: esa silueta empezó a vincularse con la Santísima Trinidad, es decir, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
De esta manera, cada vez que se arma el arbolito no solo se decora una esquina de la casa, sino que se revive una tradición cargada de historia, simbolismo y esperanza.
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