Los cheques rechazados por falta de fondos volvieron a encender una señal de alerta en octubre. De acuerdo con el Informe Mensual de Pagos Minoristas del Banco Central (BCRA), se devolvieron 108.979 documentos, un registro que implica un aumento interanual del 205,6% y ubica al indicador en uno de sus niveles más altos de los últimos años.
Lo más llamativo es que el salto en la morosidad no se explica por un mayor uso del instrumento: el total de cheques compensados se mantuvo prácticamente estable, en torno a los 5,5 millones de operaciones entre formatos físicos y electrónicos. Es decir, con un volumen similar de cheques, se triplicó la cantidad de rechazos.
En términos de montos, por el sistema se compensaron $21,6 billones, con un fuerte predominio del cheque electrónico, que ya representa el 81,9% de los importes operados. El avance del ECHEQ es evidente, pero no fue suficiente para contener la suba de la mora.
El índice de rechazos llegó al 2% en cantidad de cheques y al 1,5% en montos, porcentajes que dejan de ser un ruido estadístico y pasan a ser una señal estructural. Más aún si se tiene en cuenta que el sistema hoy es más digital, más rápido y con menos margen para errores operativos que en el pasado.
Aunque el informe del BCRA no profundiza en las causas, el comportamiento general del sistema de pagos sugiere que no se trata de un tema estacional. La economía sigue moviendo volúmenes similares, pero con mayores tensiones de liquidez en comercios, pymes y proveedores, donde se siente el día a día de la cadena de pagos.
El cheque electrónico aportó 3,2 millones de operaciones en octubre y consolidó su rol como herramienta central. La digitalización aceleró los tiempos, amplió la capilaridad y mejoró la trazabilidad de las operaciones. Sin embargo, esos avances no resolvieron el problema de fondo: la falta de liquidez que aparece con crudeza en los números de rechazos.
Al reducir los plazos entre la emisión y la compensación, el ECHEQ hace que, si la empresa no dispone de fondos, el rechazo se produzca casi de manera inmediata. En otras épocas, las demoras presenciales permitían “ganar días” o renegociar sobre la marcha. Hoy, la tecnología expone más rápido los problemas de solvencia.
El contexto general del sistema refuerza esta lectura. En octubre:
- Las transferencias inmediatas “push” en pesos alcanzaron los 690,3 millones de operaciones, con una suba interanual del 24,7%.
- Los pagos con QR interoperable sumaron 77,5 millones en el mes.
- Las tarjetas de crédito volvieron a superar a las de débito, con 175,4 millones de transacciones.
Los gráficos del Banco Central son claros:
- El porcentaje de rechazos viene subiendo desde mediados de 2024 y en octubre marca su punto más alto del año.
- El ECHEQ continúa ganando terreno tanto en cantidad como en montos, desplazando al cheque físico.
- Los volúmenes compensados muestran apenas variaciones marginales, sin saltos que justifiquen por sí solos la disparada de la mora.
Para las pequeñas y medianas empresas, el impacto es especialmente delicado. El cheque de pago diferido —ya casi totalmente digital— sigue siendo una herramienta clave de financiamiento y capital de trabajo. Un incremento del orden del 200% en los rechazos implica:
- Mayor costo para descontar cheques.
- Más restricciones de acceso para quienes dependen de este instrumento como medio de cobro.
- Menor previsibilidad en los flujos mensuales.
- Mayor exposición a cortes en la cadena de pagos.
Con más de 100 mil cheques devueltos en un solo mes, el sistema entra en una zona que requiere monitoreo fino. Si la tendencia no se revierte, la morosidad de cheques puede convertirse en uno de los principales desafíos para el segmento pyme durante 2026, en un contexto donde la cadena de pagos ya muestra señales de estar trabajando al límite.
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