Tras la sanción de la nueva Ley de Acuicultura en Tierra del Fuego, el ingeniero Lucas Maglio —reconocido como el primer ingeniero acuícola argentino— expresó públicamente su apoyo a la iniciativa y destacó el potencial estratégico de la provincia para el desarrollo de la actividad a nivel internacional.

En un artículo de opinión, Maglio analizó el cambio normativo que modificó la Ley 1355, recordando que en 2021 la provincia había prohibido la salmonicultura pese a contar, según remarcó, con condiciones ambientales excepcionales. En ese sentido, sostuvo que “lo que era inevitable finalmente ocurrió” y señaló que Tierra del Fuego había vedado “la producción de la proteína animal más sustentable y avanzada del mundo: la salmonicultura”.

El especialista hizo una diferenciación central respecto al Canal Beagle, al que excluyó del debate productivo. “El Canal Beagle está lejos de ser parte de esta discusión. Se trata de un verdadero tesoro de biodiversidad que debe ser preservado, o a lo sumo limitado a una pesca y acuicultura artesanal”, afirmó, y consideró que incluirlo en la discusión fue “un error conceptual grave”.

Maglio también cuestionó las manifestaciones y campañas impulsadas por sectores ambientalistas en rechazo a la actividad. Al recordar una protesta en la que se ofrecieron alimentos extraídos del Beagle, sostuvo que, en términos extremos, “depredaron el ecosistema” mientras se oponían a una industria que, según su visión, puede contribuir a reducir la presión sobre los océanos.

Para reforzar su postura, citó al oceanógrafo Jacques Cousteau: “Debemos dejar de actuar en los océanos como cazadores y convertirnos en agricultores; de eso se trata la civilización”. A partir de esa idea, aclaró que no se opone a la pesca, pero sí a su práctica sin límites, y advirtió que la sobrepesca provocó una reducción del 50% de la vida marina en las últimas cuatro décadas, según datos de WWF, fenómeno que definió como un “genocidio marino”.

En el plano socioeconómico, el ingeniero comparó indicadores regionales y remarcó la brecha entre Tierra del Fuego y el sur de Chile. Mientras la provincia registra un 26% de pobreza, la Región de Magallanes alcanza apenas el 3,5 %, con miles de puestos de trabajo vinculados a la industria del salmón. Como ejemplo local, mencionó el emprendimiento del embalse Piedra del Águila, donde se emplean 560 personas en una comunidad de 4.000 habitantes.

Frente a las críticas que señalan que la salmonicultura no genera empleo, Maglio sostuvo que ese planteo dificulta el diálogo y aportó otro dato que calificó como “incómodo”: Chile produce cerca del 30% de su salmón certificado libre de antibióticos. En ese marco, afirmó que “ambientes más expuestos, con corrientes intensas y excelente calidad de agua, producen peces más sanos y resistentes que no requieren medicación”, condiciones que —según remarcó— reúne el mar abierto fueguino.

De cara al futuro, consideró que la provincia dio “un paso estratégico” y explicó que las áreas habilitadas demandarán inversiones de alta complejidad tecnológica, como sistemas offshore o jaulas diseñadas para ambientes de alta energía. En ese punto, señaló el posible interés de empresas noruegas, con experiencia en este tipo de desarrollos.

Además, planteó la necesidad de avanzar en un ordenamiento integral de la actividad, que incluya estudios oceanográficos, definición de zonas aptas, adopción de normas técnicas internacionales y controles ambientales estrictos. Cumplidos esos requisitos, aseguró que Tierra del Fuego “puede transformarse en un actor relevante en el escenario global de producción de salmónidos”.

Finalmente, cerró con una comparación sobre el perfil productivo de la provincia: “Ojalá sigamos fabricando lavarropas y televisores. Pero, siendo honestos, producir salmónidos pareciera tener bastante más afinidad con la zona”.