A veces una decisión simple cambia una historia entera. En las últimas horas, una acción solidaria que unió a vecinos de Río Grande con una familia internada en Buenos Aires permitió que un niño de cinco años recibiera a tiempo una medicación clave para su tratamiento, en medio de un proceso médico delicado y cargado de expectativa.

El protagonista es Augusto, que se encuentra bajo atención médica especializada en la Fundación Favaloro. El medicamento que necesitaba no estaba disponible en la ciudad donde estaba internado y debía llegar con urgencia. Fue entonces cuando una vecina de Río Grande se ofreció espontáneamente a trasladarlo en el primer vuelo posible, evitando una demora que podía ser determinante.

Gracias a ese gesto, el fármaco llegó durante la madrugada del jueves y el niño pudo iniciar la primera dosis pocas horas después. Para la familia, ese momento significó mucho más que el comienzo de un tratamiento: fue la confirmación de que no estaban solos.

“Hoy empezó con la medicación que necesita después del trasplante. Ahora hay que esperar cómo responde en los próximos días”, contó su mamá, Federica, con emoción contenida. La droga está indicada para tratar la EICH, una complicación que puede aparecer tras este tipo de procedimientos.

Desde hace meses, los padres de Augusto permanecen lejos de su hogar, acompañando internaciones, estudios y tratamientos sin interrupciones. La distancia, el desgaste físico y emocional, y la incertidumbre forman parte de una rutina que se sostiene gracias al amor por su hijo y al apoyo que reciben desde distintos puntos del país.

En las próximas horas, el pequeño será trasladado en ambulancia al Hospital Gutiérrez, donde ya fue atendido anteriormente. La familia mantiene la esperanza de que esta etapa sea más breve y marque el inicio de una recuperación definitiva.

Antes de partir, los padres compartieron un pedido simple y profundo: que la comunidad los acompañe con pensamientos y oraciones para que esta internación sea corta y para que Augusto pueda volver a vivir lo que le corresponde a su edad —jugar, reír y crecer sin hospitales de por medio—.

La historia no solo habla de medicina y tratamientos. Habla de personas que deciden ayudar, de una red que se activa sin pedir nada a cambio y de cómo, incluso en los momentos más difíciles, la solidaridad puede convertirse en el mejor regalo de Navidad.