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Malvinas

Bases, Atlántico, Malvinas

Antes de 1982, la isla de Santa Elena – perdida en el medio del océano Atlántico – era mencionada, casi románticamente, como el lugar de prisión de Napoleón Bonaparte desde su derrota en 1815 y de su muerte en 1821, casi con seguridad debida al veneno administrado por el carcelero inglés.

En 1982, otras islas aparecieron de manera protagónica en el mapa mundial. La Guerra de Malvinas iluminó dramáticamente la perspectiva geopolítica de la región. Después del derrumbe del “campo socialista” entre 1989 y 1991 en adelante, la explosión de la ruta ultra financiera del capitalismo, colocó de manera mucho más expuesta a los resabios de las políticas coloniales, al neo colonialismo y a la red de alianza políticas y, sobre todo, militares que sostienen – en última instancia – el poder central del capitalismo nor atlántico.

Una cadena militar de bases sostiene la presencia de la segunda potencia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Gran Bretaña y extiende hasta el sur la presencia de la alianza nor-atlántica. Parte de la más poderosa base de la Real Fuerza Aérea (RAF), Brize Norton, sede del 15 % del poder de ésta, cruza el Atlántico hacia el sur hasta la isla de Ascensión a 6700 kilómetros y a 1300 kilómetros de Santa Elena. Desde ésta la cadena militar continúa hasta la isla Tristán de Acuña a 1300 km. Desde Santa Elena a Malvinas hay 5.178 km. y desde la isla de Ascensión al mismo punto 6.366 km.

La cadena desde Brize Norton (Inglaterra), Ascensión, Santa Elena y Tristán de Acuña, culmina en la base de Mount Pleasant en la isla soledad del archipiélago usurpado. Monte Agradable, en castellano, aunque no tanto, es el principal baluarte de la Fortaleza Malvinas. Escribió en el 2012 la investigadora Telma Luzzani: “Hoy la Fortaleza Malvinas cuenta oficialmente con cerca de 1500 efectivos de los cuales 550 residen en forma permanente y los otros mil son parte de los contingentes rotativos que llegan a la base para ser sometidos a un duro entrenamiento de seis semanas a cuatro meses y luego son enviados a los frentes de batalla en Irak, Afganistán o cualquiera de las guerras en que esté involucrada Gran Bretaña” (Luzzani, T., Territorios Vigilados, p.424). En la base hay dos pistas aéreas de 2590 de longitud una y la otra de 1525 metros, perfectamente aptas para el aterrizaje y despegue de los más poderosos aparatos militares.

Recordar, como lo hace puntualmente el ministro de Defensa Jorge Taiana, que existe una parte del territorio nacional ocupado por una potencia extranjera, es recordar una verdad que niegan aquellos que- y no son pocos- han dicho, impúdicamente, que ”podemos regalar las Malvinas”. Hay que reiterar que es, además de Gran Bretaña, la OTAN la que está en Malvinas; que la OTAN tiene un fundador protagónico, líder dominante que son los Estados Unidos.

Gran Bretaña extiende su acción sobre el Continente Antártico con su presencia y su reclamo territorial que, casualmente, se superpone con el reclamo argentino sobre el territorio y aguas comprendidos entre los meridianos 25 y 74 de longitud oeste y el paralelo 60 Sur.

Esta presencia política y militar de Gran Bretaña se combina con la de los Estados Unidos en el continente con 72 bases militares de diverso tipo y condición con las que se ejecuta la estrategia del USSOUTHCOM, el Comando Sur de los Estados, uno de los seis en que la potencia militar del Pentágono se despliega por el mundo.

La llave norteamericana-británica se desarrolla bajo el amparo político de la deteriorada Organización de los Estados Americanos (OEA) y al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) que no fue aplicado a favor de la Argentina en la Guerra de Malvinas porque siempre fue pensado como defensa frente al campo socialista.

La fundación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) permitió crear en su seno en diciembre de 2008 al Consejo Suramericano de Defensa (CSD), la primera alianza de naciones del subcontinente desde las Guerras de la Independencia en el siglo XIX. Ahora, después de haber sido disueltas por el neo liberalismo, UNASUR y CSD resurgen. La caducidad de la OEA y el TIAR son evidentes.

Foto Leo Vaca
Foto: Leo Vaca

La Argentina persigue, de acuerdo con su Constitución Nacional, la recuperación pacífica de las Islas Malvinas, Orcadas y Sandwich del Sur. Ello no obsta para que la Defensa Nacional se equipe y entrene para defender el territorio nacional continental y marcar presencia, en la medida de los posible, frente al usurpador. Ese decadente usurpador colonial que forma parte del mismo poder financiero, económico, político, militar y cultural que pretende condicionar y subordinar el interés nacional. Cuando Defensa instala un radar militar en Rio Grande (Tierra del Fuego), da base a aviones Pampa en la base aérea de Río Gallegos (Santa Cruz), instala un batallón de Ingenieros en Tolhuin (Tierra del Fuego), pone en funcionamiento el Comando Marítimo Conjunto está haciendo el máximo esfuerzo posible en una circunstancia económico-financiera muy difícil para el país. El problema no es como cree, o intenta hacer creer, el Departamento de Estado de EEUU, “la presencia de Rusia y China en la región”, sino el férreo dominio político y militar sobre los países latinoamericanos. Las bases en el medio del Atlántico, desde Ascensión a Malvinas, varias de las cuales cuyo uso concedió Gran Bretaña a Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, constituyen su clara expresión.

  • Las opiniones expresadas son responsabilidad exclusiva del autor/autora y no representan necesariamente la posición de la agencia.

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