A 90 kilómetros al oeste de Puerto Argentino, en las islas Malvinas, se encuentra el istmo de Darwin-Pradera del Ganso. No estuve en la zona citada, pero seguí las tribulaciones de los efectivos del Ejército entre el 27 y el 29 de mayo de 1982, ante una abrumadora superioridad inglesa.
Los británicos aseguran que dispararon miles de proyectiles desde cinco naves, también emplearon misiles Milan y sus aviones Harrier lanzaron centenares de minas antipersonales. Debido a una torpe decisión del general Leopoldo Galtieri, los efectivos argentinos no tenían la más mínima movilidad helitransportada y terrestre, carecían de apoyo aéreo y marítimo, de armas pesadas, de munición y de adecuada logística.
Los británicos aseguran que dispararon miles de proyectiles desde cinco naves, también emplearon misiles Milan y sus aviones Harrier lanzaron centenares de minas antipersonalesEn Malvinas, el teniente coronel Carlos Quevedo (jefe del Grupo de Artillería 4) comandó su unidad a pesar de estar reponiéndose de una seria intervención quirúrgica. Ignoro si Parada tenía alguna indisposición física, como tampoco si la tenía el segundo comandante de la Agrupación Litoral.
En Malvinas, el teniente coronel Carlos Quevedo (jefe del Grupo de Artillería 4) comandó su unidad a pesar de estar reponiéndose de una seria intervención quirúrgica
El teniente Roberto Néstor Estévez, misionero, egresó del Colegio Militar de la Nación en 1978. Pertenecía al Regimiento de Infantería 25 (comandado por el teniente coronel Mohamed A. Seineldín), su jefe de compañía era el teniente primero Daniel Esteban y había participado del desembarco del 2 de abril (Operación Rosario). El 28 de mayo recibió una orden de arriesgado y muy difícil cumplimiento, pero no vaciló ante ello. Días antes, en una carta premonitoria a su padre, entre otros conceptos, escribió: “… que me recuerden con alegría y no que mi vocación sea apertura a la tristeza (…) Y muy importante que recen por mí (…) Hasta el reencuentro si Dios lo permite”. Combatió a la cabeza de sus hombres, su voz de mando podemos sintetizarla en: “¡Seguirme…!
El soldado Sergio Daniel Rodríguez también pertenecía al Regimiento de Infantería 25 y a la compañía de Esteban, y había desembarcado el 2 de abril. En un relato sobre un combate de más de un día, expresó: “La noche del 27/ 28 de mayo, Estévez encabezó un contraataque a la cabeza de sus fuerzas en dirección al objetivo asignado, a través del fuego y fusilería enemiga. Aunque se encontraba herido en un hombro y en una pierna, y apenas podía mantenerse en pie, continuó en el mando de su Sección (…) Finalmente, fue abatido por un proyectil que penetró en uno de sus ojos, cuando dirigía el fuego de su propia artillería” (Operaciones Terrestres, Círculo Militar, pág. 165).
El cementerio de soldados argentinos en DarwinLa guerra, que se inició el 1° de mayo, continuaría hasta el 14 de junio. Cuando comenzó el ruido del combate y silbó la metralla ningún alto mando de las FFAA pisó las islas ni asumió su responsabilidad ante la derrota. En enero de 2003 falleció Galtieri. Pesaba sobre él una condena de doce años de reclusión, destitución y baja por la causa de Malvinas, más diez imputaciones por delitos de lesa humanidad. No obstante, el Ejército –incomprensiblemente– con el aval de las autoridades constitucionales de entonces, lo despidió con los máximos honores militares, y fue calificado de “soldado ejemplar”.
La historia siempre ofrece lecciones, más allá de cuánto pesen en las decisiones de los líderes: están quienes reinciden y quienes aprenden. Así se escribe el devenir de los procesos históricos.
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