
Durante el conflicto de 1982 entre Argentina y el Reino Unido por la soberanía de las Islas Malvinas, uno de los episodios menos conocidos pero de mayor impacto potencial fue la denominada Operación Mikado: un plan militar británico altamente secreto que buscaba neutralizar la capacidad aérea argentina y podría haber escalado gravemente el enfrentamiento.
El objetivo de la Operación Mikado era atacar la Base Aeronaval Almirante Hermes Quijada, ubicada en Río Grande, Tierra del Fuego. Desde allí operaban los aviones Super Étendard de la Armada Argentina, responsables de los exitosos ataques con misiles Exocet AM39 que hundieron al destructor HMS Sheffield y al buque logístico Atlantic Conveyor, causando importantes bajas británicas.
Ante la amenaza que representaban los Super Étendard armados con misiles Exocet, la planificación británica contemplaba una acción directa: infiltrar comandos del Special Air Service (SAS), que serían lanzados desde un avión Hércules C-130 en un aterrizaje de emergencia. La operación tenía como fin destruir los aviones argentinos en tierra, inutilizar la pista y, si era posible, eliminar al personal operativo.
Un plan audaz pero extremadamente arriesgado
Según registros desclasificados y testimonios posteriores, la operación era considerada de altísimo riesgo. Las fuerzas británicas planeaban ingresar volando a muy baja altura, de noche, atravesando más de mil kilómetros de espacio aéreo hostil, sin ser detectadas por los radares argentinos.
Los comandos debían aterrizar, atacar y luego ser evacuados —o, en el peor de los casos, intentar huir hacia Chile—. De hecho, el plan incluía la posibilidad de que, de no poder reembarcar, los soldados buscaran refugio cruzando la frontera hacia territorio chileno, situación que habría generado una gravísima crisis diplomática regional.
El destino de Mikado
Finalmente, la Operación Mikado no se concretó. Las evaluaciones de inteligencia y la peligrosidad extrema del operativo —sumadas a una mayor cobertura defensiva argentina en la zona— hicieron que el Reino Unido descartara la misión en su fase final. En su lugar, optaron por reforzar la guerra de desgaste naval y aérea en torno a las islas.
A pesar de que Mikado nunca se ejecutó, su sola planificación reflejó la desesperación británica ante el impacto que los aviones Super Étendard estaban causando en la flota. También dejó en evidencia el nivel de tensión internacional que alcanzó la guerra, en un conflicto donde las acciones encubiertas y la guerra no convencional estuvieron muy cerca de desencadenar consecuencias mucho mayores en el Atlántico Sur.
Un recuerdo latente en Tierra del Fuego
En Río Grande, donde aún funciona la Base Aeronaval Hermes Quijada, la historia de Mikado permanece como un símbolo de la resistencia y la importancia estratégica que tuvo Tierra del Fuego en la defensa del Atlántico Sur durante la guerra de 1982.
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