
“Es parte de la hipocresía argentina porque, mientras discutimos, los abortos se siguen practicando\". Así lo expresó el presidente Alberto Fernández en uno de sus múltiples pronunciamientos a favor de despenalizar y legalizar el aborto. Mientras se aguarda que el Gobierno envíe al Congreso un nuevo proyecto al respecto, las interrupciones de los embarazos suceden: entre 2014 y 2018 las Socorristas en Red (SenR) acompañaron a 19.361 mujeres en sus procesos de aborto medicamentoso.
Las socorristas se definen como “una articulación de colectivas de Argentina”. Se trata de más de 50 organizaciones que forman un total de casi 500 integrantes en todo el país. Su objetivo es brindar información (“siguiendo los protocolos de la Organización Mundial de la Salud”) para ayudar a mujeres que decidieron “interrumpir embarazos inviables para ese momento de sus vidas”, de modo que lo hagan “de manera segura y cuidada”.
Gisela es parte de la Colectiva Bravas de La Plata y decidió unirse a la red tras “entender que no era meramente conocer a la persona correcta ni tener la suerte de acceder a la información, sino que todas las personas deberíamos pode decidir qué hacer con un embarazo”. Así lo aseguró al rememorar el momento en que resolvió “ayudar y divulgar” los objetivos de este grupos feministas.
“El socorrismo acompaña a todas esas personas que deciden interrumpir el embarazo. Brindamos acompañamiento e información segura”, dijo la entrevistada, quien recalcó que esto último es parte fundamental de su trabajo, ya que “si ponés en Internet ‘cómo realizar un aborto con pastillas’ salen un montón de cuestiones que no son reales, aparecen siete métodos incorrectos antes de salir el que brinda la OMS”.
De las casi 20.000 mujeres que decidieron abortar acompañadas por las socorristas de Argentina, entre 700 y 800 lo hicieron en La Plata, junto al colectivo que Gisela integra. La comunicación con ellas es simple: su teléfono está publicado en Internet. Así, primero mantienen una charla por esta vía y luego se deriva a la mujer a un taller.
Un denominador común entre quienes se contactan es la culpa, mencionó la socorrista. “Tratan de justificar su decisión, y hay muchas cuestiones de miedo también ”, aseguró. En ese sentido, afirmó que parte de su labor es “desmitificar al aborto, que las muertes y las infecciones graves suceden cuando se hacen abortos inseguros, clandestinos. Si se tiene la información necesaria no hay nada de todo eso, hay riesgos totalmente evitables”.
En este punto, una de las necesidades urgentes es la correcta implementación de la Ley 26.150 de Educación Sexual Integral . Según Gisela “la ESI no es solamente donde todos aprendemos a cuidarnos y a elegir sino que brinda un montón de conocimientos generales que se podrían adquirir si funcionase de la manera correcta”. En la misma línea, aclaró que “el acceso a la información no depende de las clases sociales, ya que, por ejemplo, hay personas con una alta cantidad de recursos que no acceden a la información necesaria”.
En Argentina toda mujer, niña, adolescente o persona con capacidad de gestar, tiene derecho a solicitar una Interrupción Legal del Embarazo (ILE) cuando el embarazo representa un peligro para la vida de la mujer y este peligro no pueda ser evitado por otros medios; cuando el embarazo proviene de una violación; o cuando el embarazo proviene de una violación sobre una mujer con discapacidad intelectual o mental. Sin embargo, son numerosas las ocasiones en que esto no se cumple.
Entre los casos que acompañó que más la conmocionaron, la socorrista recordó el de “una nena de 15 años abusada por la pareja de su madre, en la que el sistema de salud público se declaró objetor de conciencia, más allá de que el caso estaba enmarcado en una ILE”. “Fue uno de los que más bronca me dio respecto al sistema”, expresó.
En cuanto a la posibilidad de la legalización del aborto este año, reflexionó: “Las expectativas siempre están, pero soy un poco escéptica”. Para ella, no se trata sólo de los votos en Diputados y en Senadores: “Falta reforzar mucho en el sistema de salud, falta capacitación y faltan recursos. Y falta un crecimiento como sociedad en lo que es el juzgar, ya que muchas veces personas a las que les corresponde una ILE no quieren acceder al sistema de salud por el temor a ser juzgadas”.
Dos libros para conocer más sobre el trabajo de las socorristas
“Código rosa. Relatos sobre abortos” (Ediciones La Parte maldita), de Dahiana Belfiori.
“Estamos para nosotras. Experiencias de socorrismo feminista en el siglo XXI” (Editorial Chirimbote), de Laura Rosso.
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