
A menos de un mes de las elecciones nacionales, la confianza de los argentinos en la política atraviesa uno de sus puntos más bajos en décadas. Los estudios coinciden en un diagnóstico común: desconfianza, bronca e incertidumbre marcan el clima previo a las urnas.
De acuerdo con el Latinobarómetro 2024, apenas el 17% de los argentinos confía en los partidos políticos, mientras que el Congreso alcanza el 24% y la Presidencia el 37%. Las cifras colocan al país entre los de menor credibilidad institucional de la región, en un contexto de fuerte desafección hacia la dirigencia.
El deterioro también se refleja en el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) elaborado por la Universidad Torcuato Di Tella, que en agosto de 2025 registró una caída del 13,6% respecto del mes anterior. En septiembre, el indicador tocó su mínimo histórico, con apenas 1,94 puntos en la escala.
Mientras tanto, la confianza se desplaza hacia otros actores sociales. Según el Edelman Trust Barometer 2025, los argentinos creen más en las empresas (54%) y las ONG (54%) que en el gobierno o los medios (42%). En otras palabras, mientras la política pierde legitimidad, el sector privado y las organizaciones civiles ganan espacio como referentes de credibilidad.
Este fenómeno tiene un correlato directo en la campaña: menos confianza significa mayor volatilidad electoral. Los analistas advierten que muchos votantes se muestran reactivos y dispuestos a modificar su voto en poco tiempo, movidos más por el enojo o la decepción que por la identificación partidaria.
A tres semanas de las elecciones, la pregunta es inevitable: ¿confían los argentinos en la política?
Las encuestas parecen dar una respuesta clara: no, o al menos no lo suficiente. Y aunque los resultados de octubre aún son inciertos, lo que ya se vislumbra es un escenario dominado por la desconfianza, la polarización y el desencanto que atraviesan a toda la dirigencia.
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