Las cartas han sido el medio de comunicación por muchos años. En 1903 el Correo Nacional Argentino abre la primera estafeta postal en la ciudad, ubicada en los interiores de la primera comisaría. Recordemos que la calle El Cano era centro de reunión, ya que se ubicaba la comisaría, el almacén de ramos generales, el Juzgado de Paz y la estafeta postal. Cabe destacar que, este servicio ya se había colocado en diversos puntos de la provincia.

En 1887, Julio Popper decide crear el núcleo urbano en San Sebastián, sitio donde un año más tarde se construiría una comisaría. Allí comienza a emitir sus propios sellos postales para enviar correspondencia con destino a Buenos Aires y Punta Arenas, lo que le costó una denuncia, ya que dichos sellos no eran legales. La estafeta de 1890 se administraría por el primer Juez de Paz de Ushuaia y segundo gobernador, Mario Cornero.

En Río Grande, llegaría la estafeta recién el 04 de noviembre de 1903 cercana al hogar de Francisco Bilbao, teniendo como primer encargado al Sr. Ricardo de Rossis. Funcionó de manera regular hasta 1914 que finalizó su trabajo, negándoles a las personas el envío de cartas y generando que estas busquen diferentes formas para comunicarse.

Luego de siete años de trabajar en el almacén “El Cañón”, Francisco Bilbao decide venderlo y así convertirse en el primer encargado de la estafeta postal, el 23 de noviembre de 1914, año en el que abriría sus puertas nuevamente. Para 1922, estaría al mando de la Sra. Amanda de Van Aken hasta que se convirtió en una oficina postal que administraría la Sra. Juana Sánchez de Jossin.

La comunicación entre Río Grande y Ushuaia era muy difícil, pero gracias a este nuevo centro podrían enviar sus correspondencias, siendo entregadas policías que viajaban a caballo de un pueblo al otro. Con los años se empieza a enviar la correspondencia y mercadería vía maritimita.

Los barcos eran propiedad la familia Menéndez que procedían desde Punta Arenas y llegaban al muelle del frigorífico, allí los trabajadores se encargaban de repartir las cartas y mercadería. En los años 1950 y 1975 la estafeta postal a cargo de la empresa pública Encotel (Empresa Nacional de Correos y Telégrafos), ubicada en el antiguo frigorífico CAP en el que trabajó Eliana Villaroel, la última estafetera.

Narró que en esas épocas “era un barrio chiquito, donde giraba todo en el frigorífico”. Empezó su labor en diciembre de 1968, con apenas 18 años y allí permaneció hasta 1976. La misma adquirió su puesto laboral gracias a la recomendación de Ema Gallardo (ex estafetera), aseguró que fue un trabajo que le agradó “si tendría que volver, lo haría sin lugar a duda”.

En la temporada de faena era la época de más demanda, donde las familias aprovechaban a enviar correspondencia a sus seres queridos en el norte, lo que prácticamente tardaba alrededor de 25 a 30 días, “las certificadas eran las más rápidas, había un transportista que me llevaba la ‘saca’ con las cartas, encomiendas no podíamos recibir porque no había aduana” comentó Eliana Villaroel.

Pasaron los años, la historia, las viviendas y el correo decidió trasladarse frente del Hospital Regional Río Grande en la calle Florentino Ameghino al 720, tiempo después este espacio se consideraría de interés cultural, convirtiéndose en la Casa Cultural del pueblo Shelk’nam.

Finalmente, en 1990 el Estado avanza con el proceso de privatización de las empresas, la cual consistía en vender una empresa propia del Estado o municipal a una privada, nacional o multinacional. Esta venta generó que el correo, ya no pertenezca a empresas públicas sino más bien, a una privada la cual generaría otro cambio radical, ya traslada su oficina a la calle Rivadavia 968 y lleva el nombre de “Correo Argentino”, lugar en el que funciona hasta la actualidad.