En diálogo con Radio Provincia, Adrián Schiavini, investigador y especialista en temas ambientales, se refirió a la posibilidad de que se habilite la salmonicultura en el mar fueguino, tema que volvió al centro de la discusión pública tras recientes declaraciones de funcionarios nacionales y un proyecto legislativo impulsado por el sector libertario.

Schiavini fue claro desde el inicio: “La cría de salmones no está prohibida en tierra, por lo tanto se podría realizar utilizando sistemas de recirculación de agua”. Sin embargo, cualquier intento de modificar la Ley N° 1.335, que prohíbe la salmonicultura en aguas del Canal Beagle, implicaría un conflicto con principios ambientales fundamentales y la normativa vigente.

El investigador advirtió que, en caso de que se intentara cultivar salmones en mar abierto, las únicas zonas disponibles serían al norte de la Península Mitre, ya que el Beagle, las aguas costeras y la propia Península están protegidas. “Colocar jaulas en mar abierto requiere profundidades importantes, de 20 o 30 metros. Para eso tendrías que irte 60 o 70 kilómetros mar adentro”, explicó. A esto se suma la dificultad logística: “Necesitarías un barco dando vueltas todo el día. Y nuestro mar no es generoso. Todo eso termina en un costo final del producto mucho mayor”.

En ese sentido, Schiavini planteó que, aun si se lograra instalar jaulas marinas, el producto resultante sería más caro que el salmón chileno, cultivado en aguas protegidas y con una logística mucho más sencilla. “¿A quién le vas a vender un salmón más caro que el chileno?”, se preguntó, agregando que, conociendo el mar austral y las experiencias previas de pesca en la zona, “todo se lo lleva la marejada a la larga”.

El investigador también fue contundente al referirse a la posibilidad de instalar criaderos en lagos y cuerpos de agua dulce: “Eso sí sería un gravísimo error. Toda la comida no consumida y los desechos de los peces irían al fondo, matando el ecosistema a largo plazo”.

Sobre las voces que promueven la salmonicultura como alternativa económica, Schiavini criticó las comparaciones con Chile. “Chile tiene 40.000 kilómetros de costa con caletas, fiordos y canales estrechos. Nosotros tenemos 150 kilómetros de Canal Beagle y luego mar abierto. ¿Alguien va a asumir el riesgo de cultivar en aguas abiertas? Lo veo difícil”.

También alertó sobre el riesgo ambiental en caso de escapes de salmones, lo que podría alterar gravemente la biodiversidad local, sumado al impacto que generaría la presencia de jaulas en un entorno natural visitado por orcas, delfines y lobos marinos: “Estás invitando a los depredadores a servirse del cultivo”.

Consultado sobre los proyectos legislativos recientes, el especialista mencionó uno presentado por el legislador libertario Cotto, que busca clarificar y permitir el cultivo en tierra. “Bienvenido sea si ayuda a aclarar el asunto, aunque eso ya estaba permitido”, explicó.

Finalmente, se refirió a las declaraciones de Sturzenegger y Caputo, quienes en su momento afirmaron que Tierra del Fuego podía producir salmones como Chile. “Ese es el típico argumento de las usinas de propaganda libertarianas. Pero ya fue establecido que, con suerte, podrían existir apenas seis o siete centros de cultivo, con producción muy baja en comparación”.

El testimonio de Schiavini deja en evidencia que el debate por la salmonicultura no es sólo económico. Abarca aspectos ambientales, logísticos y jurídicos que deben ser considerados seriamente antes de avanzar en proyectos que podrían generar más daños que beneficios en una de las zonas más frágiles y valiosas del territorio fueguino.