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Provinciales

A 26 años de su muerte, la historia de Virginia Choquintel

El 2 de junio de 1999 falleció en Río Grande Virginia Choquintel, a los 56 años. Su nombre permanece como símbolo de una herida profunda en la historia fueguina: fue una de las últimas descendientes directas del pueblo selk’nam, víctima del genocidio, el desarraigo y la negación cultural.

Virginia nació en 1942, cuando el exterminio de su comunidad ya había dejado apenas unas pocas vidas marcadas por la pérdida. Desde niña vivió en la Misión Salesiana, donde enfrentó la muerte de su madre por una epidemia y la separación total de sus raíces: su idioma, su cultura y cualquier referencia a la historia de su pueblo fueron sistemáticamente borradas.

“De las matanzas de indios no sabía nada, a mis abuelos los habrán matado”, recordaba años más tarde, con una mezcla de dolor e incertidumbre. La figura de su padre era un recuerdo borroso, apenas una imagen sobre un caballo. Pronto, también desapareció de su vida.

Durante mucho tiempo, Virginia vivió en Buenos Aires, empleada en tareas domésticas, lejos de su tierra natal y de cualquier rastro de identidad. En 1989, el destino la cruzó con un sacerdote que, al conocer su historia, gestionó su regreso a Río Grande. Recién entonces, comenzó un proceso tardío y doloroso de reconstrucción de su identidad.

En sus últimos años, fue buscada por investigadores, periodistas y estudiantes que la escuchaban con respeto y admiración. Sin embargo, su sensación de despojo persistía: “Ellos sabían más que yo”, decía con crudeza. Aunque recibió algunos homenajes, la soledad fue una constante en su vida. Luchó contra la depresión, enfrentando la contradicción de ser parte de un pueblo que intentaron borrar, y a la vez, ser símbolo de su permanencia.

Virginia Choquintel murió cuando recién comenzaba a reconocerse, socialmente, la responsabilidad histórica en el exterminio indígena. Su figura, hoy, no solo representa la memoria de los selk’nam en Tierra del Fuego, sino también la lucha por recuperar la dignidad y la identidad de los pueblos originarios que la historia oficial intentó silenciar.

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