Melissa Villalba, delegada del Centro de Empleados de Comercio en la firma Fuego Cleaning, expuso públicamente la difícil situación que atraviesan los trabajadores de limpieza que prestan servicios en las plantas del Grupo Mirgor. Según explicó, desde que la empresa asumió la licitación en 2024, las condiciones laborales no han hecho más que deteriorarse.
La representante gremial sostuvo que los trabajadores sufren flexibilización laboral, malos tratos y persecución sindical. Recordó que ya en diciembre pasado se habían producido diez despidos, lo que motivó protestas frente a la planta de la calle Einstein. Posteriormente, al expandirse la concesión de Fuego Cleaning a otras plantas, lejos de incorporar nuevo personal, la misma dotación fue redistribuida, lo que derivó en sobrecarga de tareas.
“Un compañero cubre tres o cuatro puestos donde deberían trabajar dos o tres personas”, ejemplificó Villalba. A esto se suma la falta de antigüedad reconocida, lo que debilita los derechos adquiridos y facilita despidos sin mayor resistencia.
La delegada explicó que quienes se niegan a cumplir horas extras o capacitaciones fuera de horario laboral suelen ser los primeros en recibir sanciones o directamente perder su puesto. “El mensaje es claro: si alguien reclama derechos, termina en la calle”, denunció.
Villalba también apuntó contra la conducción de la empresa. Señaló que el titular, Rodolfo Melián, exdelegado metalúrgico, junto con supervisores provenientes del mismo sector, ha instaurado un clima de intimidación. “La primera vez que hicimos una asamblea, suspendieron a todos los participantes. Y Melián se encarga de advertir personalmente que cualquier medida sindical traerá consecuencias”, relató.
La situación de las propias delegadas es aún más compleja. Según Villalba, existe una demanda para retirarles la tutela sindical y habilitar despidos con causa. Además, denunció descuentos indebidos en los salarios: “Nos quitaron más de 100.000 pesos algunos meses y hasta 400.000 en otros. Incluso figuran permisos personales en los recibos cuando en realidad son permisos gremiales avalados por ley”.
Aunque se inició una mesa de diálogo entre el sindicato y la empresa, Villalba aseguró que ellas, como delegadas directas en planta, no son escuchadas. En paralelo, presentaron denuncias por violencia y persecución laboral, pero el Ministerio de Trabajo —según afirmó— nunca intervino de manera efectiva dentro de Mirgor. “Se quedan en la puerta, detrás de los molinetes. La empresa no está obligada a sentarse y todo queda en la nada”, concluyó.
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