
El 80% de los casos es prevenible y la acción temprana en la urgencia puede reducir al mínimo el daño cerebral y la posibilidad de muerte y discapacidad. Cuáles son los hábitos cotidianos que pueden causarlo y la neuroplasticidad como potencial adaptativo que permite al cerebro reponerse de las lesiones.
En la Argentina, según datos del estudio del Programa para la Evaluación Epidemiológica del Stroke, se produce un accidente cerebrovascular cada nueve minutos. Mientras que, en el mundo hay 15 millones de personas al año que sufren la patología, según la Organización Mundial de la Salud.
Existen dos tipos de ACV, el isquémico, que se produce cuando un coágulo bloquea un vaso sanguíneo en el cerebro, y el hemorrágico, causado por la ruptura de un vaso sanguíneo cerebral.
“El ACV es más devastador que un ataque cardíaco, en especial por la incapacidad que provoca: generalmente parálisis de medio cuerpo y muchas veces pérdida del habla. Por eso debemos recordar que es una enfermedad prevenible, tratable y recuperable, como muchas otras patologías”, manifestó Jorge Tartaglione (MN 67502), presidente de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA).
Entre los principales factores de riesgo son la hipertensión arterial, diabetes, tabaquismo, el colesterol alto y el alcoholismo. En ese sentido, entre las principales medidas de prevención, la FCA recomienda realizar estrictos controles de la presión arterial, la diabetes y las enfermedades del corazón, abandonar el cigarrillo y hacer dieta y ejercicio físico bajo supervisión médica.
Para evitar las secuelas es fundamental detectarlo a tiempo y hay tres signos de alerta que pueden percibirse en el cuerpo y que se resumen en la sigla HaBraSo: es indispensable prestar especial atención al HAbla, los BRAzos y la SOnrisa. Si la persona se expresa con dificultad o le cuesta articular su discurso, levanta ambos brazos hacia adelante y uno de ellos cae, o bien, si sonríe de forma asimétrica, se debe llamar inmediatamente a una ambulancia.
En el Día Mundial del ACV, habló el médico neurólogo Máximo Zimerman (MN 107597), director médico de Cites-Ineco contó sobre los hábitos que pueden prevenir un ACV. “En el 80% de los casos el ACV es prevenible. Para evitarlo, tenemos que actuar sobre los factores de riesgo vasculares, mejorando nuestro estilo de vida, con una dieta equilibrada, practicando actividad física regular y disminuyendo el consumo de sustancias nocivas, como el tabaco el alcohol y las drogas de abuso. Además, debemos concientizar a la población sobre la importancia del control exhaustivo de la presión arterial, así como el azúcar y lípidos en sangre.”
Finalmente, explicó que “cualquier persona puede reconocer una ACV, debemos sospechar que una persona está padeciendo un ACV si presenta de forma aguda algunos de los siguientes signos:
· Problemas para hablar (comprometiendo la expresión y/o la comprensión).
· Debilidad en un brazo (puede o no acompañarse con debilidad en pierna del mismo lado).
· Asimetría facial.
· Dolor de cabeza de gran intensidad.
· Pérdida de la visión de un ojo o visión borrosa.
· Dificultad para coordinar los movimientos, mareos, vértigo, dificultad para caminar”.
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