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Veterano de Malvinas recuperó el casco 37 años después

El veterano de Guerra Héctor Pereyra recuperó el casco que usó durante la guerra de Malvinas. Héctor Pereyra desplegó tareas profesionales como enfermero militar, asistiendo a heridos durante los bombardeos navales y aéreos del 1º de mayo de 1982. El caso lo tuvo durante 37 años el soldado inglés Andy Damstag, quien consideró oportuno devolvérselo.

El 18 de octubre, el patio de armas del Hospital Militar Central sirvió como escenario para la ceremonia por el Día del Servicio de Sanidad, en el que se distinguió a personal destacado en esa especialidad la tarde del viernes. Héctor Pereyra, de Gualeguaychú, recibió de manos del jefe del Ejército el casco que lo protegió en la guerra de Malvinas.

El 15 de junio de 1982, durante la batalla del Monte Harriet, el cabo enfermero Héctor Pereyra, había sido seriamente herido en Monte Harriet. Un soldado inglés de su misma edad, Andy Damstag, lo guarneció detrás de una roca, ya que el combate continuaba y le dio su casco para que se protegiese. Antes de que Pereyra fuese llevado a un puesto sanitario inglés, le devolvió el casco al Royal Marine. Este, que deseaba llevarse un recuerdo de aquel combate, vio el de Pereyra tirado y se lo llevó a Gran Bretaña, donde lo conservó al punto que formaba parte de su equipaje cuando era destinado en el exterior.

Al finalizar la ceremonia, Héctor Pereyra dijo: “Nos congregamos por un motivo muy especial. Primero, porque es el día de la Sanidad Militar y me invitaron a esta formación. Aparejado a esto, ocurrió también la entrega del casco que yo utilicé en el año ’82 durante el conflicto de Malvinas. Pasaron 37 años en manos de quien en ese momento era enemigo y que al despojarme de todos los elementos una vez que fui tomado prisionero, y antes de ser evacuado por haber estado herido, toma mi casco y se lo lleva durante esta cantidad de años. Sin embargo, este año tomó la decisión de devolverlo. Ese soldado veterano inglés era quien me estaba custodiando cuando estaba como prisionero y, al mismo tiempo me cuido al estar herido”.

En aquel momento cuando le da el casco, Pereyra recordó: “Yo había caído herido porque las líneas británicas nos estaban sobrepasando. Nosotros hacíamos una defensa en el Monte Harriet y, en el fragor del combate, cae una granada dentro de la posición. Ahí caímos dos heridos: un suboficial, que me acompaña hoy, y yo; los dos caímos heridos. A mí me saca de la posición un soldado de nuestra sección, que es quien me salva la vida. Yo tenía una herida muy profunda, tenía una fractura expuesta de tibia y peroné con una hemorragia muy profunda, así que prácticamente me estaba desangrando. Una vez que los británicos se dan cuenta que estábamos vivos, tanto yo como el soldado que me sacó de la posición, nos curaron, nos asistieron, nos colocaron morfina, nos dieron agua, etc. El soldado inglés que hoy me devolvió mi casco, Andy Damstag, me estaba custodiando. Cuando a mí me bajan del cerro, ya herido, él agarra mi casco que había quedado cerca mío y se lo lleva a su país cuando finalizó la guerra. Ahí lo tuvo durante 37 años”.

Con la devolución del casco se cerró uno de los miles de capítulos de la guerra del Atlántico Sur. Fueron las redes sociales las que establecieron el vínculo a través de Marta Ransanz, una argentina fanática de Malvinas que consiguió los datos de Héctor. Al preguntarle sobre qué le pasaba por la cabeza a partir de que se comunicó con el soldado inglés, expresó, “muchísimas cosas. Fue una cuenta regresiva. Gracias también al coronel (R) VGM Jorge Zanella, que intervino junto con Marta, hicieron todo esto para que el casco llegará. Arribó hace dos semanas y lo tuvieron hasta esta ceremonia, donde me lo podían entregar de una manera más formal”.

Por su parte, Pereyra afirmó que, “estaban todos muy emocionados, sobre todo mi señora. Tengo dos hijos adultos que viven por su lado y yo vivo solo con ella. Era hablar todos los días de lo mismo: del casco, de esta ansiedad que hasta hoy existe. Venía manejando para acá y te puedo asegurar que venía temblando porque no sabía cómo iba a reaccionar. Esto ya dejó de ser un objeto metálico de protección del soldado y pasó a ser un símbolo de que hay actos buenos y nobles después de una guerra”.

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