Con la mirada puesta en cerrar el año parlamentario, la Cámara alta se prepara para una sesión cargada de definiciones. Desde el mediodía de este viernes, los senadores debatirán dos proyectos que el Gobierno considera estratégicos: el Presupuesto 2026 y la ley de Inocencia Fiscal, ambas ya con media sanción de Diputados y observadas de cerca por el arco político y económico.
El interés no se limita al contenido de las normas. En la Casa Rosada entienden que la votación funcionará como una prueba de fuego para medir hasta dónde el oficialismo logra ordenar mayorías propias y ajenas dentro del Congreso. En ese marco, el resultado será leído como una señal hacia los mercados y hacia los gobernadores, en un contexto de negociaciones cruzadas y equilibrios frágiles.
Antes de entrar al debate de fondo, la sesión promete un arranque movido. El rionegrino Enzo Fullone deberá asumir su banca en reemplazo de Lorena Villaverde, quien nunca llegó a jurar por su situación judicial. A la par, el interbloque peronista —rebautizado recientemente como “Popular”— anticipó reclamos por el reparto de espacios en comisiones, lo que podría derivar en cruces políticos durante las primeras horas del encuentro.
Recién después de ese prólogo se abrirá la discusión sobre los proyectos. En el caso del Presupuesto, el Ejecutivo propone una hoja de ruta basada en un crecimiento económico del 5%, una inflación anual del 10,1% y un dólar que hacia fines de 2026 rondaría los $1.423. También proyecta superávit primario y financiero, además de un aumento de las exportaciones superior al 10%.
Sin embargo, el foco del conflicto no está tanto en las grandes cifras como en algunos artículos puntuales. Uno de ellos es el 30, que modifica criterios de financiamiento en áreas sensibles como educación, ciencia y tecnología y defensa, y que generó resistencias en distintos sectores políticos y provinciales. Otro es el artículo 12, que impone mayores exigencias de información a las universidades y habilita al Gobierno a suspender transferencias si no se cumplen los requisitos establecidos.
El poroteo previo muestra que el oficialismo parte de una base cercana a los 44 votos, sumando propios, aliados y apoyos provinciales eventuales, aunque no todos garantizan acompañamiento automático en cada artículo. Por eso, la conducción del bloque libertario y la presidencia del Senado siguen con atención cada movimiento, conscientes de que cualquier fisura puede obligar a renegociar sobre la marcha.
Detrás de la escena parlamentaria se juega algo más que una ley: está en disputa la capacidad del Ejecutivo para conducir el proceso legislativo en un Congreso fragmentado. Con la reforma laboral postergada al menos hasta febrero, esta sesión aparece como la principal carta política del oficialismo para cerrar el año mostrando iniciativa, orden y control. El resultado, sea cual sea, marcará el tono del arranque legislativo de 2026.
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