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Quiénes son los científicos que llegaron a la Base San Martín para operar satélites

Un ingeniero informático de 35 años y un técnico aeroespacial que cumplió los 34 a bordo del rompehielos "Almirante Irízar" viajaron desde Alemania hasta la base San Martín para realizar tareas de revisión y mantenimiento de la estación terrena montada en ese emplazamiento antártico argentino y que le permite al Departamento de Tecnología Aeroespacial de Universidad Técnica de Berlín mantener contacto asiduo con su constelación de satélites experimentales.

Sebastian Lange, ingeniero informático de 35 años, y Steffen Reinert, un técnico aeroespacial con una maestría en Ciencias, de 34 años de edad, son dos jóvenes berlineses que embarcaron en el rompehielos argentino con el objetivo de realizar una inspección y medición del equipo de comunicaciones de la estación terrena montada en el techo del Laboratorio Antártico San Martín (Lasan) administrado por el Instituto Antártico Argentino (DNA-IAA, Cancillería) además de hacer mediciones sobre las antenas instaladas en campañas anteriores y comprobar las capacidades de comunicación de la Estación Terrena en su conjunto.

Esta instalación en la base San Martín es fruto de un proyecto de cooperación entre el Departamento de Tecnología Aeroespacial de la Universidad Técnica de Berlín y la Universidad Nacional de San Martín (Unsam). Una parte fundamental de la misma suma al Instituto Antártico Argentino y la Dirección Nacional del Antártico (IAA-DNA) que conformaron el grupo Pequeños Satélites (PS), con integrantes de las cuatro instituciones, que visita y opera la ETS cada año.

Aparte de Lange y Reinert viajó en esta oportunidad el ingeniero en mantenimiento y experto en comunicaciones Gabriel Arriaga que tuvo a su cargo la coordinación de las actividades del grupo PS durante la Campaña Antártica de Verano. Luego el mantenimiento lo realizan los invernantes del asan del IAA-DNA que quedan en la base todo el año.

En diálogo con Télam, Lange contó que "la Universidad Técnica de Berlín lanzó muchos satélites pequeños en órbitas polares con los que sólo tendríamos contacto cuando pasan sobre Berlín si no tuviésemos una estación terrena en el Ártico y otra en la base San Martín de la Antártida a partir de un convenio que tenemos desde 2018 con la Unsam; esas estaciones nos permiten tener contacto con los satélites cada 90 minutos".

En ese sentido, Reinert indicó que "los satélites que ponemos en órbita van desde un kilogramo hasta 40 kilogramos de peso y son equipados con distintos instrumentos con la idea de validar en estas misiones experimentales varias tecnologías espaciales que después puedan ser utilizadas en nuevos proyectos satelitales".

Lange señaló que "ninguno de los dos en nuestra carrera pensábamos en conocer la Antártida, fue algo que surgió como propuesta desde la Unsam para que pudiésemos conocer la estación terrena de manera presencial y fue un verdadero desafío porque a la estación que operamos en el ártico podemos llegar en 48 horas mientras que para llegar a base San Martín fue un viaje de semanas; lo bueno de la estación de San Martín es que la señal para comunicarse con los satélites allí es mucho más limpia porque está más lejos de la civilización".

Reinert subrayó: "una cosa que no esperábamos era que la planificación dependiera tanto de la meteorología, y que la meteorología cambiase tanto y tan rápido todo el tiempo, cuando bajamos en San Martín nos dijeron que teníamos 36 horas para completar nuestras tareas, pero al final el clima hizo que dispusiéramos de cuatro días".

"Cuando llegábamos a la base a bordo del rompehielos veíamos una serie de casitas en la costa y nos imaginábamos un alojamiento rústico, fue una sorpresa agradable desembarcar y ver que esas casitas disponían de energía, agua, calefacción y todos los servicios necesarios para las tareas científicas. Pero mucho más importante que eso fue la calidez de los argentinos, que todo el tiempo se nos acercaban a preguntarnos cómo estábamos, que necesitábamos o en qué nos podían ayudar; acá es muy diferente que en el Ártico donde los que te llevan te dejan con tus herramientas y después no vuelven a interactuar hasta que te avisan que hay que volver, y la verdad que eso se valora mucho", completó Lange.

Fuente: Télam.

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