La temporada de nacimientos llegó con señales preocupantes para la ganadería ovina. Productores advierten que el combo de falta de lluvias y vientos intensos arrasó con el escaso pasto que había quedado del invierno, y que las pérdidas de corderos ya son significativas.
El dirigente rural Díaz describió un cuadro crítico: lo poco que sostuvo a los animales en los meses fríos se perdió en semanas ventosas, dejando majadas debilitadas justo cuando más requieren alimento y reparo.
A ese escenario climático se suma un factor que, según el sector, se volvió determinante: la expansión del guanaco sobre áreas productivas. De acuerdo con Díaz, hoy “cerca del 40% de la Patagonia” muestra alta presencia de esta especie silvestre, lo que desplaza a las ovejas y acelera la desertificación de los campos.
El problema no es solo territorial. En Santa Cruz se estiman unos 3 millones de guanacos, volumen que supera por mucho la capacidad de manejo actual. Las capturas estacionales mediante encierros con motos, que derivan parte de los animales a frigorífico, “ayudan pero no alcanzan”: ninguna temporada superó los 10.000 ejemplares faenados.
Con esa relación entre población silvestre y extracción, el balance es desfavorable para el ovino: disminuye la oferta de pasturas, cae la condición corporal de las madres y aumentan las pérdidas durante la parición.
Para el dirigente, la situación “ya se desbordó” y requiere coordinación inmediata entre provincias, Nación y frigoríficos: un plan integral de manejo de fauna, metas de extracción sostenibles, monitoreo ambiental y apoyo a los establecimientos que quedaron al límite.
Mientras tanto, en los campos el diagnóstico es unánime: sin alimento y con más presión sobre el suelo, la producción ovina enfrenta uno de sus momentos más difíciles de los últimos años.
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