El ausentismo volvió a instalarse como una de las principales preocupaciones del sistema educativo. Un reciente informe de la Secretaría de Educación reveló que el 34,9% de los alumnos de nivel secundario falta a más del 10% del ciclo lectivo, una frecuencia que no solo interrumpe los aprendizajes, sino que también funciona como un indicador temprano de posibles trayectorias de abandono.
Un diagnóstico más preciso gracias a los registros diarios
Hasta ahora, las mediciones sobre ausentismo se basaban en percepciones recogidas por pruebas como Aprender o PISA. Por primera vez, el nuevo estudio utilizó los registros nominales de asistencia cargados a diario en el SiNIDE, lo que permitió observar la evolución del fenómeno a lo largo del año y analizar con más detalle la dinámica de faltas. El informe abarca a nueve provincias que cumplieron con los requisitos de carga durante 2024.
Mayor ausentismo en escuelas estatales y en zonas rurales
Los datos muestran diferencias claras según el tipo de gestión y el territorio:
- 36% en escuelas estatales, contra 29,2% en privadas.
- 36,3% en ámbitos rurales, frente al 30,2% en urbanos.
Cómo evolucionan las faltas durante el año
Una de las conclusiones más novedosas es la curva ascendente del ausentismo:
- Marzo: ausencias bajas (3,4%).
- Abril: suba a 8,4%.
- Desde mayo: superan el 10% de manera sostenida.
La mayoría falta 1 o 2 días seguidos, y las ausencias prolongadas de una semana o más son infrecuentes.
Por qué faltan los estudiantes: entre motivos clásicos y nuevas costumbres
A los motivos habituales —enfermedad, trámites, situaciones familiares— se suman factores más recientes:
- Vacaciones en temporada baja, aprovechando precios más accesibles.
- Dificultad para dormir y levantarse, asociada al uso nocturno del celular.
- Actividades deportivas o extracurriculares que compiten con el horario escolar.
Cuando las normas no alcanzan: el debate sobre consecuencias y exigencias
Una preocupación recurrente entre los especialistas es la debilidad del régimen de inasistencias. Señalan que, en muchos casos, faltar no acarrea consecuencias reales, lo que desincentiva la asistencia regular.
Voces como Claudia Romero o Viviana Postay advierten que la flexibilización extrema —reincorporaciones automáticas, recuperatorios generales— genera una “inclusión sin aprendizaje”, donde lo excepcional se volvió regla.
Docentes coinciden en que el sistema de incentivos está desdibujado: quienes faltan mucho igualmente aprueban, y eso erosiona el compromiso.
La impuntualidad es otra cara del problema: ingresos tardíos constantes y clases que se inician con grupos incompletos.
La pérdida de valor social de la escuela
Según los testimonios recopilados, el ausentismo está vinculado también a un cambio cultural: las familias, en muchos casos, ya no perciben la asistencia diaria como una obligación innegociable.Para los docentes, ningún registro digital será suficiente sin un rol activo de los adultos responsables en la organización del tiempo escolar.
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