El decomiso de 46 cajas de carne en Ushuaia puso bajo la lupa al Frigorífico Trelew y encendió un debate que incomoda a más de un consumidor. El operativo de Bromatología reveló que la mercadería tenía la fecha de vencimiento pasada, pero el representante de la firma, Diego Salpurido, sostuvo que, pese a ello, estaba “en perfecto estado” y que podía comerse sin riesgo.

Según el empresario, la carne estaba congelada desde mayo en una cámara de acopio y no estaba a la venta. Explicó que, aunque la fecha impresa indicaba que el plazo ya había expirado, al estar congelada podría conservarse por “al menos diez meses más” sin perder calidad.

El argumento, sin embargo, dejó un sabor amargo en parte de la comunidad, donde surgieron dudas sobre qué tan “fresco” es lo que se compra todos los días. “Si la fecha no importa, ¿cómo sabemos que lo que está en la góndola es reciente?”, plantean algunos vecinos, preocupados por la transparencia en la cadena de comercialización.

Salpurido criticó el accionar de las autoridades, denunció la difusión de imágenes falsas y aseguró que no le dieron tiempo para presentar la documentación que, según él, acreditaba la procedencia y el correcto almacenamiento. La policía terminó interviniendo y el producto fue destruido.

La pérdida, estimada por la empresa en unos 15 millones de pesos según el valor de venta habitual, incluyó cerca de mil kilos de carne entre cortes de cuadrada y peceto. Para el frigorífico, esos alimentos podrían haberse donado a comedores comunitarios, como hacen en otras ocasiones.

Aun así, el episodio dejó instalada una pregunta incómoda: ¿qué garantías tiene el consumidor de que lo que compra como fresco realmente lo es? El frigorífico insiste en que su compromiso con la calidad es total. Los vecinos, en cambio, parecen no estar tan seguros.