
Horas de lectura sin retener información, conceptos que se confunden y la frustración como protagonista: una escena común para muchos estudiantes. Sin embargo, hay una herramienta sencilla y efectiva que puede marcar la diferencia en el rendimiento académico: las reglas mnemotécnicas.
Esta técnica, utilizada por estudiantes destacados, consiste en transformar datos complejos o abstractos en asociaciones fáciles de recordar, como palabras clave, frases, canciones o imágenes. El cerebro retiene mejor lo que tiene sentido, humor o ritmo.
Ejemplos conocidos incluyen “VIBGYOR” para recordar los colores del arcoíris en inglés o la frase “Los paralelos son horizontales, los meridianos verticales” para ubicarse en coordenadas geográficas. Acrónimos como “NASA” también funcionan como referencia de cómo condensar información en un formato simple.
La aplicación es flexible: basta con detectar los contenidos más difíciles de memorizar y convertirlos en algo familiar o divertido. Se pueden usar rimas, historias cortas o visualizaciones creativas, siempre que faciliten el recuerdo.
Integrar reglas mnemotécnicas a los hábitos de estudio no solo ahorra tiempo, sino que convierte el aprendizaje en un proceso más dinámico y efectivo. Por eso, es considerada una de las estrategias favoritas entre quienes logran mejores resultados en exámenes y presentaciones.
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