
Desde hace más de un año, los argentinos adoptaron la estrategia de recorrer supermercados, almacenes y autoservicios en busca de las mejores ofertas. Este hábito, que demanda tiempo y planificación, va desde abrir cuentas específicas para acceder a descuentos, hasta chequear qué beneficios ofrece la SUBE o dónde cargar combustible más barato.
Javier González, director comercial de NielsenIQ, explicó que las promociones concentran alrededor del 40% de las ventas en supermercados. “Los consumidores de clase media y alta, y en menor medida de sectores bajos, aprovechan reintegros y descuentos, lo que eleva el ticket final pero sostiene el volumen de ventas”, detalló.
Autoservicios: el eslabón débil que busca reinventarse
Mientras las grandes cadenas sacan ventaja con sus acuerdos masivos, los autoservicios —en su mayoría de origen chino o argentino— enfrentan dificultades para competir. Al no pertenecer a cadenas ni acceder a compras mayoristas conjuntas, muchos quedaron fuera de juego. Sólo en 2024 cerraron 150 locales de este tipo.Para contrarrestar el golpe, algunos buscan abrir centros mayoristas propios. Yolanda Durán, referente del sector, contó que planean replicar un modelo chino en distintas provincias para ofrecer precios hasta un 30% más bajos, sin intermediarios. Mientras tanto, ofrecen descuentos diarios a jubilados que lleguen a un mínimo de compra.
El precio que define si se compra o no
Según NielsenIQ, hay un “precio bisagra” en el almacén: si el producto cuesta menos de $2.000, tiene altas chances de venderse. “El 40% de lo que se compra en almacenes está por debajo de ese valor”, señaló González. Por eso los almaceneros hacen malabares, ajustando márgenes y apostando al vínculo directo con el cliente para no perder ventas.Los almacenes también sacan ventaja en surtido: venden envases más pequeños, trabajan con segundas y terceras marcas y ofrecen alternativas que les permiten mantener precios accesibles.
Marcas tradicionales vs segundas marcas: un giro cultural
Lo que antes podía verse como una señal de apuro económico, hoy es orgullo de consumidor astuto. Adquirir un producto de segunda marca ya no se percibe como ser “rata”, sino como un gesto de inteligencia financiera. El propio González apuntó que, a diferencia de otras crisis, la recuperación de las grandes marcas es incierta. Hoy, las opciones más baratas ganan terreno y cayeron menos en volumen que las líderes.
Una gaseosa nacional que desafió a las cadenas
Un ejemplo claro del pulso actual es el caso de una reconocida marca argentina de gaseosas que, por negarse a bajar precios y aceptar pagos a 120 días, quedó fuera de los grandes supermercados. Sin embargo, su dueño redobló la apuesta reforzando la presencia en almacenes y autoservicios. Allí encontró un aliado: estos puntos de venta buscan justamente marcas Pyme para competir en precio.
Qué productos dejaron de comprarse
El informe muestra caídas fuertes en artículos que no son de primera necesidad. Entre las bajas más notorias aparecen las latas de cerveza de medio litro (-29%), postres y mezclas (-27%), y productos de limpieza como quitamanchas y cera para pisos. Incluso el papel higiénico doble hoja cayó un 24%.Hasta categorías básicas como harinas y levaduras registraron un retroceso del 4%. Al mismo tiempo, los consumidores se volcaron a versiones más económicas: lavandinas, jabones en polvo y leche en polvo cayeron mucho menos.
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