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Interes General

Productos importados copan el mercado argentino con valores hasta 25% por debajo de los nacionales

La flexibilización del comercio exterior impulsada por el Gobierno, que incluyó la apertura total de importaciones, la reducción de aranceles, la eliminación del Impuesto PAÍS y el fin de las trabas para compras tipo “Courier”, transformó rápidamente el escenario económico. El resultado fue inmediato: numerosas marcas internacionales comenzaron a establecerse en el país, seducidas por un mercado deseoso de opciones más económicas.

El fenómeno no solo impactó en rubros como tecnología, moda, calzado o consolas de videojuegos —que encontraron compradores entusiastas por sus bajos precios— sino que también se extendió con fuerza al segmento de la construcción. Allí, compañías globales detectaron oportunidades para desembarcar con propuestas que prometen aliviar costos en un momento donde cada peso cuenta.

Tal es el caso de la brasileña Casa do Construtor, que arribó a la Argentina en abril para ofrecer el alquiler de maquinaria de obra. Este esquema permite a particulares y a empresas de menor escala acceder a equipos sin necesidad de hacer grandes inversiones. Según explicó Bruno Arena, director de franquicias de la firma, destinaron alrededor de u$s500.000 en este primer año de operación. “Es una gran oportunidad de negocio y una alternativa práctica para un contexto donde optimizar recursos es clave”, señaló. Los alquileres varían desde $10.000 hasta $1.000.000, de acuerdo al tamaño y características de las máquinas.

Por su parte, el gigante chino DongCheng, líder en herramientas profesionales, también apostó al país desde abril, con un ambicioso plan para posicionar su catálogo que destaca por la relación calidad-precio. Un ejemplo es su amoladora angular profesional, que con 1100w de potencia y garantía de un año se vende a $188.000, bastante por debajo del rango que se maneja localmente, donde similares cuestan entre $236.000 y $335.000. El taladro percutor, en tanto, está listado en $83.963 gracias a una promoción del 17%, mientras que modelos equivalentes nacionales pueden superar los $130.000.

No solo el mercado asiático se hizo un lugar. La alemana Fischer, especializada en sistemas de fijación, reforzó su presencia con una inversión de más de u$s10 millones y abrió en noviembre una nueva planta en General Pacheco. Hoy sus tarugos universales, por ejemplo, se consiguen a $20.000 el pack de 400 unidades. Aunque el valor es similar al de otras marcas, su prestigio atrae a muchas empresas que privilegian la calidad reconocida.

En productos más específicos, como el anclaje químico para hormigón, Fischer ofrece alternativas a $33.499 frente a competidores que rondan los $85.800. Mientras tanto, Sika, el grupo suizo, consolidó su oferta tras la apertura comercial: amplió líneas, introdujo nuevos selladores y adhesivos, y redujo precios. Hoy su sellador 1A Plus Purform cuesta $18.970 y el pegamento para porcelanatos (30kg) se vende a $25.795, al menos un 10% menos que opciones nacionales.

El esquema impositivo más liviano y la eliminación de trabas aduaneras explican buena parte de estas rebajas. Así, en promedio, las marcas extranjeras logran colocar herramientas y productos hasta un 25% más baratos que las fábricas locales, apoyadas además en estructuras de costos con salarios sustancialmente menores a los argentinos. Un combo que tensiona la competencia, obliga a repensar estrategias y deja a la vista el nuevo mapa comercial que se está configurando en el país.

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