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Malvinas

Combatió en Malvinas, fue rescatado en una balsa, años después conoció la música de los Beatles y terminó en una obra de teatro

Rubén Otero nunca llegó a Malvinas: participó del hundimiento del crucero General Belgrano y estuvo 41 horas arriba de una balsa esperando el rescate-4.01. Siento un estruendo como si el crucero hubiese chocado contra una montaña. Se apagan las luces. Busco mi salvavidas, voy hacia la cubierta principal. El buque está inclinado, y como está cubierto de petróleo, es imposible caminar. Pero tengo que llegar a mi balsa agarrándome de donde pueda. Entonces llega la última orden: abandonen el Belgrano… Bueno, así lo cuento en la obra, pero ahora te lo voy a decir como tiene que ser.

Rubén Otero está sentado frente a la computadora. Las paredes que se ven detrás suyo están cubiertas de goma espuma gris, la que se usa para contener el sonido. Se ven algunos instrumentos de fondo y Ruben -58 años, veterano de Malvinas y uno de los protagonistas de Campo Minado, la obra de Lola Arias- explica que está conectado desde su sala de ensayo personal. Es que una de sus grandes pasiones es tocar la batería, y aunque cuando cuenta su historia todos le preguntan por la guerra, a veces él también piensa en la música.

Y no en cualquier música, porque si bien en la adolescencia era fanático del rock nacional, desde mediados de los noventa toca casi exclusivamente canciones de la banda inglesa más famosa de todos los tiempos: los Beatles. Es que Rubén es uno de los integrantes del grupo tributo Get Back, y aunque suene paradójico haber peleado en Malvinas y dedicarse, años después, a tocar música inglesa, la verdad es que es una paradoja falsa.

Después de casi un año sin presentarse en vivo por la pandemia, el trío Get Back, con Rubén en la batería, volvió a tocar en un bar. Completan la banda Sergio Fernández en guitarra y voz, y Carlos Chiavetto en bajo y voz (Gustavo Gavotti)

“La música de los Beatles y Malvinas son cosas que llevo dentro de manera separada. No porque yo toque música de los Beatles estoy a favor de los ingleses, por supuesto que no. Incluso mis compañeros ingleses de la obra lo saben bien. Para los argentinos las Malvinas son argentinas desde el primer día, y la música es una cosa internacional”, dice.

-¿Te han hecho reproches de por qué siendo ex combatiente de Malvinas tocás música inglesa?

-Sí, me lo han dicho algunas veces en algún escenario. Antes de la pandemia con Get Back tocábamos mucho en una feria que se llama Feria de las Colectividades, que va por todo el conurbano bonaerense, y en alguno de esos shows alguno me dijo: “¿Cómo sos ex combatiente y tocás música de los Beatles?”. Y bueno… En el momento uno tiene que ponerse en el rol de artista y tratar de ignorarlo, uno no puede estar dando explicaciones a cualquiera en cualquier momento. Entonces hago como que no lo escucho.

-¿Y otros veteranos te han dicho algo?

-Sí, también me han preguntado. Pero ahí lo explico, porque siento que ellos sí tienen el derecho a saber, porque son mis compañeros y les debo una explicación. Algunos lo entienden y otros no, y algunos incluso me vienen a ver y me felicitan.

-¿Cuándo te encontraste con la música?

-La música la vivo desde que iba a la primaria. Yo tengo dos hermanos mayores, y al del medio siempre le gustó tocar la batería. Y cuando él era adolescente yo era muy chico, y compró una batería, y estaba en nuestra habitación. Él se iba a trabajar, yo volvía de la escuela y me sentaba a tocar. Y a partir de ese momento no me pude despegar más.

Enero de 1982. Rubén Otero descansa en tierra firme en Ushuaia con el crucero General Belgrano de fondo

La batería, o más bien Rubén sentado a la batería es una de las escenas más impactantes de Campo Minado. Se trata de una obra teatral que recupera la hisotoria real de seis ex combatientes de Malvinas, tres argentinos y tres ingleses. Los mismos veteranos son quienes protagonizan la obra, que ya lleva muchos años de gira por el mundo. Allí Rubén cuenta su historia a bordo del Crucero General Belgrano, hundido el 2 de mayo de 1983 por un torpedo inglés lanzado desde un submarino, mientras el buque se encontraba por fuera de la zona de exclusión. De los 1093 trupulantes que había a bordo, 323 argentinos resultaron muertos (casi la mitad de las bajas argentinas en el conflicto) y 770 fueron rescatados. Entre los sobrevivientes estaba Rubén.

-¿Cuándo empieza tu historia con Malvinas?

-Bueno, yo técnicamente no fui nunca a Malvinas, es decir, jamás pisé las islas, no las conozco. Yo entré en la Marina como colimba en octubre de 1981. Hice dos meses de instrucción en Puerto Belgrano y después me tocó el Crucero Belgrano como destino. Y ahí fui: el primero de diciembre de 1981 me sumé a la tripulación. A partir de ahí pasé a ser de la dotación permanente. El 2 de abri de 1982l pasa lo de Malvinas y tenemos que arrancar para el sur, primero a hacer un chequeo técnico del crucero y si estaba todo bien para entrar en combate, seguíamos viaje. El 16 de abril entonces zarpamos para Malvinas. Bah, más bien para el sur. Fuimos a Ushuaia y desde ahí nos movíamos. Estábamos fondeados abajo de la Isla de los Estados.

-¿Cómo fue que partieron para la misión que deparó en el hundimiento?

-El 1 de mayo a la mañana ya estábamos navegando rumbo a la flota inglesa en Malvinas (aunque yo de esto me enteré después, porque en ese momento solo cumplíamos órdenes sin saber los planes). Íbamos a hacer un ataque en pinzas a la flota inglesa, ese era el plan. Y el 2 de mayo a la madrugada recibimos la orden de dar la vuelta y navegar rumbo al continente porque no estaban dadas las condiciones climáticas. Entonces se abortó la misión y cambiamos de rumbo para esperar las nuevas órdenes. Y a las cuatro de la tarde, mientras volvíamos, fue que recibimos los dos torpedos del submarino inglés.

A bordo del General Belgrano navegando por el canal de Beagle. Rubén tenía solo 19 años y había sido reclutado apenas unos meses antes-Eso lo contás en la obra… ¿no?

-Sí: 4.01. Siento un estruendo como si el crucero hubiese chocado contra una montaña. Se apagan las luces. Busco mi salvavidas, voy hacia la cubierta principal. El buque está inclinado, y como está cubierto de petróleo, es imposible caminar. Pero tengo que llegar a mi balsa agarrándome de donde pueda… Así lo cuento en la obra, pero ahora te lo voy a decir como tiene que ser.

-¿Cómo fue?

-Yo estaba en el comedor y tenía que ir a tomar la guardia a proa, al cuarto de agua dulce. Salí del comedor, y cuando iba por el pasillo me crucé con el colimba al que tenía que reemplazar, que me dijo que me quedara tranquilo, que estaba todo bien en la sala. Desde ahí a donde tenía que ir había como 50 metros, el crucero medía 186 metros de largo, eran dos cuadras. Entonces aproveché que estaba todo en orden para afeitarme, porque tenía un poco de barba y no quería que me echaran la bronca. Agarré la máquina de afeitar y la brocha y encaré para el baño en lugar de ir a la guardia. Y entonces sucedió: 4.01, pega el torpedo. Yo tendría que haber estado en mi puesto, en el cuarto de agua dulce, y si hubiera estado ahí el torpedo me hubiera pegado justo.

-Te salvó la decisión de afeitarte…

-Sí. Y ahí se cortó la luz, saltaron las camas, saltó todo por el aire, se hizo un caos, como si el crucero hubiera chocado contra una montaña en serio. Y agarré mi gabán, mi salvavidas, y me fui para cubierta principal a ocupar mi lugar de abandono, que es donde tenía que estar en una situación así. Llegué y nos dieron la orden de empezar a tirar por la borda todo lo que tenía peso, porque el buque se inclinó y había que intentar equilibrarlo. Empezamos a tirar toda la munición, cajas, de todo. No hubo caso, y nos tuvimos que trasladar todos a la banda de estribor. La sección de control de averías estaba tratando de tapar lo que había provocado el torpedo, pero no hubo caso. Entonces dieron la orden de abandono, tiramos las balsas al agua y nos empezamos a tirar todos contra las ellas. Había un problema porque las balsas se pegaban al crucero, y empujábamos para separarnos, porque nos podíamos hundir con el Belgrano si se iba para abajo. Nos podía chupar.

-¿Cuántas veces recordaste esta escena después?

-Durante muchos años me despertaba de noche, soñaba que estaba en la balsa. Tuve muchas pesadillas sobre ese tema. No fue un momento lindo para vivir. Se te cruzan muchas cosas por la cabeza. Fueron 41 horas arriba de una balsa en la que el tiempo se hacía interminable. En la balsa te asomás y no hay nada, solo agua. Lo único que quería era que llegáramos a una playa, no importaba dónde, pero en un lugar con tierra firme, eso era todo lo que deseaba.

Rubén a bordo del crucero General Belgrano, en Puerto Madryn, un tiempo antes de salir para las islas-¿Qué pasó cuando se hundió el crucero?

-Esto lo cuento en la obra: sale una burbuja gigante y hace una ola que nos desplaza como cinco o seis metros. A partir de ahí la corriente ya nos empieza a separar. Y ahí empieza la travesía en la balsa, la espera a que nos vengan a rescatar.

-¿Cómo fue eso?

-Pasó la primera noche, veíamos luces en el mar, pensamos que venían a buscarnos. Nos habíamos atado con otra balsa, así que no estábamos solos. El capitán de la balsa decía: “a la cuenta de tres, gritamos todos juntos”. Y gritábamos. Pero nadie nos escuchaba. Había unas olas tremendas, un frío. Es la zona donde se empiezan a congelar las aguas, imaginate… Hasta que se hizo de madrugada. Estábamos las dos balsas únicamente, no había nada ni nadie alrededor.

-¿Nadie dormía?

-No. El capitán de la balsa no nos dejaba. “El primero que se duerme lo cago a remasos”, decía. No sabíamos por qué, pero después supe que dormirse es empezar a morirte por el congelamiento. Así que pasamos toda la noche del domingo al lunes, todo el lunes, y toda la noche del lunes. El martes a las 11 de la mañana apareció el destructor Bouchard y nos rescató. Unos días después, ya estaba en mi casa en Mataderos.

Rubén, junto a otros veteranos también rescatados del Belgrano, en el hangar del destructor Bouchard unos minutos después de que encuentren su balsa-¿Cuánto tiempo después de Malvinas volviste a tocar música?

-Creo que fue inmediatamente, porque la batería seguía en casa.

-¿Y cuánto tiempo después entraron los Beatles en tu vida?

-Yo no escuchaba los Beatles, yo escuchaba música nacional, siempre. La mejor época musical para mí fue justamente la época de Malvinas, porque cualquier radio que prendías tenía música nacional. Estaba prohibido pasar música en inglés en todas las radios argentinas. Y para mí estaba buenísimo porque era lo que me gustaba. Pero después pasó la guerra, pasó el tiempo, y se empezó a autorizar. Y en el año ’95, más o menos, mi profesor de batería le habló de mí a una persona que buscaba un baterista para una banda que tocaba música de los Beatles, se llamaba Get Back. Yo no sabía si ir, estaba dudando, y me insistió mucho mi profesor y finalmente fui. Hice la prueba y me eligieron y recién entonces comencé a conocer la música de los Beatles. En en el ’95 o ’96… ya bastante viejito el tipo.

-¿Cómo siguió todo?

-Bueno, en el año 2000 cambió un poco la formación y nos convertimos en un trío. Y así participamos en la semana Beatle de Latinoamérica, en el The Cavern de Paseo La Plaza. Llegamos a la final pero no ganamos. En el 2004 volvimos a participar y ganamos como mejor banda Beatle latinoamericana, y fuimos a Liverpool a tocar en el año 2005. Eso fue lo más trascendente que hicimos con la banda.

-¿Fue la primera vez que viajaste a Inglaterra?

-Sí, fue mi primera vez.

-¿Significó algo Malvinas en ese viaje o estuvo muy disociado?

-Estuvo disociado, no lo mezclé para nada. Pero sentí en momentos en algunos shows que alguna gente entraba como si fueran inspectores, sentí que tenían registrado que yo era veterano de Malvinas. No sé cómo es la inteligencia británica, capaz fue persecuta mía. Yo fui a tocar y listo, en ningún momento me quise hacer el guapo ni a decir nada por fuera de lo que era la música.

Rubén junto a sus compañeros de Campo Minado, la obra de teatro de Lola Arias que lo llevó a recorrer el mundo junto a otros cinco ex combatientes de Malvinas-¿Y cómo fue que llegó la propuesta de la obra de teatro?

-En el año 2015 Lola Arias me contactó porque me quería hacer una entrevista. Fui, le conté mi historia: lo del Belgrano, que hacía música de los Beatles, otras cosas de mi vida, de mi familia… Ella quería saber absolutamente todo de nosotros. Y en el 2016 me volvió a llamar y me dijo que para ella era muy importante que estuviera en la obra. Y yo le agradecí pero le dije que no tenía intenciones de viajar, de hacer una obra… Nada de eso. Pero ella me insistió, me dijo que me tomara el fin de semana para pensar, y que fuera al lunes siguiente a su casa con mi señora.

-¿Fuiste?

-Sí, fuimos el lunes y me convenció. Vi que estaba tan entusiasmada que me sentía mal de decirle que no, sentía que la estaba cagando, no sé. Ella lo iba a hacer de otra forma seguro, porque es una genia, pero vi que realmente quería que estuviera y acepté. Y hoy con los chicos del elenco, los ingleses y los argentinos, ya de algún modo somos otra banda.

-Y viajaron a Inglaterra juntos también, ¿no?

-Sí, varias veces. E incluso conocimos el cuartel de instrucción de los Royal Marines, no lo podíamos creer. Fue muy impactante.

-Última: ¿discutiste con tus compañeros ingleses de la obra sobre el hundimiento del Belgrano? ¿Hablaron de si fue un acto de guerra o fue un crimen de guerra, dado que estaba fuera de la zona de exclusión?

-Discusión discusión no tuvimos, no, ellos nunca me dijeron nada. Yo siento que más allá de todo, los héroes del Belgrano son los héroes del Belgrano. Eso no va a cambiar nunca.

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