Paralelo al estrecho se extendía una cadena montañosa, que las máquinas inglesas usaban para eludir el rastreo de los radares argentinos y aparecer por sorpresa sobre las posiciones argentinas durante la Guerra de Malvinas.
Ese fue el punto elegido para ubicar al Regimiento de Infantería 5 para contrarrestar una eventual ocupación enemiga. Este regimiento pasaría a la historia de la guerra de Malvinas como la unidad que más resistió el aislamiento.
Sabedores de que los aviones enemigos aprovechaban los montes para ocultarse y aparecer de improvisto, en tierra decidieron prepararse.
El avión pasó por las posiciones argentinas del regimiento de infantería 5 a 700 kilómetros por hora. Los dos misiles Blowpipe que se le dispararon fueron eludidos por el piloto y terminaron explotando en tierra.
Unos minutos después, el avión regresó, en un trayecto transversal a la bahía, y el piloto, confiado, pasó a menor velocidad con el propósito de tomar fotografías de las posiciones argentinas. Pero lo estaban esperando.
Cuando el avión pasó sobre la posición de la compañía C, los soldados dispararon casi en vertical.
En la posición de la compañía A se contaba con dos ametralladoras pesadas Browing 12.7 mm. El apuntador de una de ellas era el cabo Aleksiejoner. Y con el soldado Suárez, que era su auxiliar, le dispararon un total de cien proyectiles. Cerca, el cabo primero Orué, que operaba la otra ametralladora idéntica, hizo lo propio.
El piloto, al recibir tantos impactos desde tierra, todos al mismo tiempo, sintió como si se hubiera metido dentro de una nube de granizo y percibió que perdía el control del aparato. Un Blowpipe disparado por el teniente primero Sergio Fernández, de la Compañía Comando 601 estalló justo debajo de la máquina y la envolvió en una espesa nube negra.
Eso fue lo que decidió a Glover a eyectarse. Fue un milagro que no recibiera ningún impacto mientras descendía en paracaídas.
En un bote, rescataron al piloto, que flotaba agitando un brazo. En la costa, se lo envolvió en una manta y en una moto enduro de los comandos fue llevado al puesto de socorro.
Tenía una fractura y luxación del hombro derecho y una herida en el labio superior. Se lo anestesió y se lo curó.
El pasado 24 de octubre, luego de estar varios días internado, falleció Ricardo Abel Aleksiejoner. Estaba casado y tenía dos hijos.
Fue concejal y responsable del Centro de Operaciones municipal y un activo divulgador de Malvinas. Hincha del Club Atlético San Miguel, llegó a ser el responsable de seguridad de esa entidad.
En 2009 fue homenajeado por el concejo deliberante por su condición de veterano, donde señaló que “no me merezco esto”. El año pasado saldó una deuda pendiente y viajó a Puerto Madryn, donde había llegado el 19 de junio de 1982 como prisionero en el Canberra. Allí le entregó al intendente Gustavo Sastre una remera que tenía grabado el lema “Honor y gloria”.
El operador de la otra ametralladora, el cabo Ramón Wladimiro Orué, murió en la defensa del cuartel de La Tablada. Era entonces sargento, perteneciente a la Compañía Comandos 601 y había sido herido cerca de la capilla de la unidad. Falleció nueve días después en el Hospital Militar.
Las figuras de ambos suboficiales quedaron inmortalizadas en una icónica foto tomada en las islas, junto a una de las ametralladoras que cuidaban hasta el esmero. Y con la que disparó al avión inglés esa fría mañana de mayo de 1982.

El teniente primero Sergio Fernández, quien disparó el misil Blowpipe que terminó de desestabilizar al Harrier, piloteado por Jeff Glover
Aleksiejoner, en uno de los tantos homenajes que recibió, especialmente en San Miguel, donde era querido por todos (Facebook)
El Sea Harrier derribado. Sufrió un nutrido fuego de ametralladoras y fusiles FAL
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