
El enfrentamiento entre el gobierno de Javier Milei y los gobernadores por el reparto de fondos amenaza con profundizar el deterioro de áreas clave como salud, educación y seguridad.
Aunque las provincias lograron cerrar 2024 con un leve superávit tras un duro ajuste —recortaron 16% sus gastos pese a una caída del 13% en ingresos—, este año el gasto volvió a crecer, impulsado por recomposición salarial del 17% para empleados estatales.
Los mandatarios provinciales alertan que, ante la menor obra pública y los límites en la asistencia nacional, afrontan con recursos propios los servicios esenciales, en un contexto donde muchas jurisdicciones dependen en más de un 80% de los giros desde la Casa Rosada.
Mientras tanto, la puja por los ATN (fondos para emergencias) y la coparticipación revela cómo la lógica de ajuste fiscal termina trasladándose a hospitales, escuelas y patrulleros, con efectos directos sobre la ciudadanía.
Con enfoque en el análisis económico
Provincias tras el ajuste: mejora fiscal pero riesgos de sostenibilidad
Las cuentas provinciales mostraron signos positivos tras el fuerte ajuste de 2024: cerraron con superávit de 0,1% del PBI, revirtiendo el déficit heredado. Sin embargo, el gasto volvió a acelerarse este año, subiendo 24% en el primer trimestre, tras un repunte salarial del 17%.El modelo argentino, que ajusta en años pares y expande en los impares, se refleja en esta dinámica. Además, persisten desigualdades: mientras CABA o Neuquén dependen menos del Tesoro, provincias del norte viven atadas a los giros nacionales.
La pulseada por los ATN y el debate sobre el reparto del impuesto a los combustibles podrían redefinir las finanzas subnacionales, pero el riesgo es que sin reglas claras se repita la historia de discrecionalidad que alimenta la incertidumbre macro y complica la planificación a mediano plazo.
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