El oficialismo volvió a la carga con un proyecto que reescribe de arriba abajo la Ley 26.743 —vigente desde 2012— y que, de prosperar, reducirá al mínimo la intervención estatal en cuestiones de identidad autopercibida. La iniciativa, gestada por el diputado Gerardo Milman (PRO) y firmada por la libertaria Lilia Lemoine, se presenta como un “regreso al sentido común” y se alinearía con el anhelo presidencial de modificar la norma incluso por decreto.

Ya desde el arranque, la propuesta desplaza al Estado a un rol casi espectador: elimina la cobertura pública y de obras sociales para terapias hormonales o cirugías de adecuación corporal, las declara “opcionales y autogestionadas” y exige que todo mayor de 18 años pague los costos de su bolsillo.

Un segundo eje—quizás el más polémico—es la prohibición tajante de cualquier tratamiento de transición en personas menores de edad. Para cambios registrales, además, se impone la firma conjunta de madre y padre y la evaluación de un equipo interdisciplinario externo al Estado.

El texto también liquida la obligatoriedad de usar nombres y pronombres autopercibidos en el ámbito público o privado. Según sus autores, el trato acorde a la identidad sentida será “voluntario y consensuado”, sin sanciones ni exigencias administrativas.

En materia educativa, la iniciativa introduce la denominada “neutralidad ideológica estatal”: ningún organismo podrá financiar ni difundir contenidos sobre identidad de género sin aval expreso de los padres. Las campañas públicas sobre la temática quedarían vedadas, salvo excepciones puntuales.

Los ejes centrales

  • Fin de la financiación pública de tratamientos hormonales y quirúrgicos.
  • Prohibición total de intervenciones médicas de transición en menores.
  • Consentimiento unánime de ambos padres y peritaje profesional para cambios registrales en chicos.
  • Uso no obligatorio de nombres y pronombres autopercibidos en oficinas e instituciones.
  • Veto a campañas oficiales y contenidos escolares sobre identidad de género sin permiso paterno.
  • Derogación parcial de artículos de la ley vigente y plazo de 60 días para adecuar la reglamentación.
Los impulsores argumentan que la legislación actual “impone costos y visiones culturales al conjunto de la sociedad” y aseguran que su proyecto respeta la libertad individual “sin cargar al resto con decisiones personales”. Entre los fundamentos se menciona la neutralidad estatal, la protección de la patria potestad y la eliminación de “privilegios y cupos” basados en identidades autopercibidas.

El borrador aún no fue girado a comisiones, pero ya desató reacciones encontradas: sectores liberales aplauden la desregulación, mientras organizaciones trans y de derechos humanos califican el texto como un retroceso que dejaría sin cobertura sanitaria a un colectivo históricamente vulnerable. Con el oficialismo en minoría, la discusión promete tensiones y negociaciones finas dentro del Congreso.

El proyecto completo a continuación: