
Un reciente informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA), de la Pontificia Universidad Católica Argentina, expone una realidad preocupante: casi la mitad de los hogares argentinos afirma no contar con ingresos suficientes para cubrir sus necesidades básicas. Esta percepción es lo que el estudio define como estrés económico, un fenómeno que se intensificó en los últimos años y que revela un malestar estructural más profundo que las estadísticas oficiales de pobreza.
A diferencia del enfoque tradicional del INDEC, que mide la pobreza según una canasta básica establecida, el indicador de la UCA se basa en la autopercepción de las familias sobre la suficiencia de sus ingresos. Este abordaje permite capturar aspectos más subjetivos y complejos de la vulnerabilidad social.
Según el informe, titulado "Estrés económico: Cambios y continuidades (2010-2024)", el porcentaje de hogares que declaran vivir bajo esta presión pasó del 37% (2010-2016) al 45% (2017-2024). En los sectores más empobrecidos, esta cifra trepa al 90% entre los indigentes.
El documento —firmado por los investigadores Juan Ignacio Bonfiglio y Julieta Vera— identifica que la percepción de insuficiencia económica se incrementa especialmente en hogares con múltiples carencias y que enfrentan condiciones laborales precarias, acceso limitado a servicios esenciales o elevados niveles de endeudamiento informal.
Además, el estrés económico ha dejado de ser exclusivo de los sectores pobres. Hoy también afecta a los estratos medios bajos, que, si bien superan la línea de pobreza, ven restringida su capacidad de ahorro y su posibilidad de sostener niveles de consumo anteriores. En particular, desde 2022, se observa un aumento de hogares que ingresan a esta categoría por primera vez.
La encuesta EDSA, herramienta utilizada para medir el fenómeno, refleja que solo una minoría de los hogares declara poder ahorrar; en cambio, la mayoría manifiesta que sus ingresos apenas alcanzan o directamente no alcanzan para llegar a fin de mes. Los hogares con niños/as presentan una mayor exposición al estrés económico crónico.
Entre los factores que determinan la permanencia en esta situación, el informe destaca:
- Desempleo o empleo informal
- Gastos crecientes en salud y alimentación
- Ausencia de redes de protección social efectivas
- Dificultades en el acceso a crédito
Desde la UCA alertan sobre la necesidad de repensar las políticas sociales desde una perspectiva más integral. Las transferencias monetarias resultan insuficientes si no se abordan, al mismo tiempo, las dimensiones estructurales del problema: acceso a empleo formal, seguridad financiera y cobertura de servicios esenciales.
En síntesis, el concepto de estrés económico visibiliza una nueva cara de la pobreza en la Argentina urbana: hogares que, aunque no siempre figuran en las estadísticas oficiales como pobres, viven en constante tensión financiera y sin capacidad de proyectar a futuro.
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