“Es la culminación de todo un año de trabajo”, dijo Carlos Recio, comandante del ARA Almirante Irízar. Luego de mucho trabajo y varios meses de preparativos, finalmente la tripulación emprenderá su travesía llena de desafíos. Tras el incendio en 2007, el rompehielos atravesó una serie de reformas que potenciaron sus capacidades. Hoy, la principal actividad del Irízar se enmarca en el cumplimiento de la política nacional antártica. Por eso, el buque debe llevar adelante las tareas logísticas que aseguren el aprovisionamiento, el relevo de las dotaciones de las bases y refugios en el Continente Blanco.
Sala de máquinas del rompehielos ARA Almirante Irízar (Fernando Calzada)
Carlos Recio , comandante del ARA Almirante Irízar (Fernando Calzada)En ese sentido, este oficial especifica que, en el Continente Blanco, el rompehielos debe cumplir con tres propósitos: asegurar la logística, contribuir a la ciencia y colaborar con el medioambiente. Por eso, en la sala de máquinas existen varios equipos destinados a la no contaminación.
Los preparativos finales
Para asegurarse, Carlos Recio indica que en todas sus pruebas debían someter al buque a las peores condiciones posibles para asegurar que el personal y el material estén a la altura de las circunstancias. Es importante e imprescindible que todas las áreas estén cubiertas para una misión de este calibre y un viaje con semejante ruedo.
Por otra parte, el rol logístico es clave durante el viaje, por lo cual el personal de servicio debe estar capacitado para satisfacer las necesidades de la tripulación a bordo, que ronda las 300 personas. Del desempeño de este equipo, dependen tanto el alojamiento como la comida, entre otras cuestiones para tener en cuenta. Además, se deben contemplar los 120 días de viaje, que no son poco.
Se llevaron a cabo distintas pruebas de vuelo con los helicópteros (Fernando Calzada)
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