
El próximo domingo 26 de octubre, los argentinos acudirán a las urnas para renovar bancas en el Congreso. Esta vez, al ingresar al cuarto oscuro, los votantes no encontrarán las tradicionales boletas partidarias. En su lugar, utilizarán por primera vez en elecciones nacionales la Boleta Única Papel (BUP), una sola hoja con todas las opciones y categorías.
Presentada como una herramienta para fortalecer la transparencia, la BUP ya enfrenta cuestionamientos incluso antes de su estreno. Lejos de reducir gastos, su implementación parece encarecer el proceso. Según datos de la Vicejefatura de Gabinete, este año se destinarán 40.000 millones de pesos para la impresión, aunque la cifra parece baja si se la compara con 2023, cuando hubo PASO, generales y balotaje, y el presupuesto alcanzó 73.000 millones. Especialistas advierten que, en un despliegue similar al de aquella elección, la BUP resultaría más costosa que el sistema anterior.
Más complejidad, más gasto
Desde el Ejecutivo explican que la BUP requiere un papel de mayor calidad y un diseño más elaborado, lo que incrementa el precio por unidad. Además, todo el gasto lo asume el Estado nacional, ya que los partidos políticos ya no reciben fondos para imprimir sus boletas.Facundo Cruz, politólogo y experto en sistemas electorales, sostiene que recién se conocerá el verdadero costo cuando se adjudique la licitación y se calcule el valor por elector. Recordó que en 2021, en Santa Fe, la BUP fue más cara que las boletas partidarias.
En la misma línea, el exdirector nacional electoral Marcos Schiavi advirtió que las legislativas de este año costarán más que las presidenciales de 2023, incluso con menos categorías en juego. “En gran parte, eso se debe a la BUP”, afirmó.
Debate sobre transparencia y fundamentos políticos
El oficialismo defendió la reforma como una mejora institucional para evitar maniobras con las boletas tradicionales. Sin embargo, varios especialistas remarcan que el sistema electoral argentino ya funcionaba bien y que nunca hubo pruebas de fraude a gran escala. Schiavi fue más allá y aseguró que el cambio se basó en hipótesis erróneas, con motivaciones políticas para perjudicar a un sector específico.Cruz recordó que los partidos, tanto oficialistas como opositores, participan activamente en la organización de las elecciones y en el control del proceso, lo que reduce al mínimo las posibilidades de irregularidades masivas.
Desafíos para el votante
La BUP plantea un cambio significativo para la ciudadanía. El formato largo y cargado de información obligará a buscar cada lista en una columna específica y marcarla con una cruz. Estudios citados por el politólogo Marcelo Leiras advierten que boletas con demasiados datos dispersan la atención y pueden favorecer a las opciones ubicadas en las primeras posiciones.Para facilitar la adaptación, la Cámara Nacional Electoral dispuso un programa de capacitación para electores y autoridades de mesa, con un gasto adicional que no existía en comicios anteriores.
Posible impacto en la competencia política
Con 723 partidos de distrito habilitados, la garantía de contar con un espacio propio en la BUP podría incentivar a que algunas fuerzas compitan sin alianzas, a diferencia de lo que ocurría con las boletas partidarias, donde compartir impresión resultaba más eficiente.El verdadero alcance de este cambio —tanto en costos como en comportamiento electoral— comenzará a verse el 16 de octubre, cuando se oficialicen las candidaturas y quede definido el abanico de opciones que ocuparán la nueva boleta.
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