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El avance de los perros asilvestrados: una amenaza para la producción y la fauna fueguina

El fenómeno de los perros asilvestrados se ha convertido en una de las problemáticas más graves para la producción y la biodiversidad de Tierra del Fuego. Desde hace tres décadas, su presencia se ha expandido en gran parte de la isla, generando pérdidas considerables en la ganadería ovina y forzando a muchos productores a cambiar de actividad. Un reciente estudio estima que en Ushuaia, Río Grande y Tolhuin existen alrededor de 25.500 perros sin supervisión, lo que incluye tanto animales sueltos como callejeros.

Las imágenes compartidas por el biólogo y fotógrafo Emiliano Arona, que muestran ovejas heridas, guanacos desgarrados y vacas mordidas, pusieron en evidencia la magnitud del problema. Su trabajo, iniciado en 2018 y consolidado como becario doctoral del Cadic-Conicet, confirma que casi el 70% del área destinada a la producción animal presenta hoy presencia de estos animales. Según sus relevamientos, en los últimos cinco años el avistamiento de perros asilvestrados en el corazón de la isla aumentó un 1000%.

“El área afectada por la presencia de perros asilvestrados en la superficie de Tierra del Fuego destinada a producción animal se ha incrementado sostenidamente, de un 2,5% en 1990 a un 69,3% en 2012-2013”, detalla Arona en su investigación doctoral. Ese impacto obligó a muchos establecimientos del ecotono a reconvertir la producción ovina en bovina, bajo la premisa de que el ganado mayor sería menos vulnerable a los ataques. Sin embargo, los registros muestran que las jaurías también acechan a otras especies nativas como guanacos, cauquenes y zorros.

De acuerdo con un artículo publicado en la revista La Lupa, los perros asilvestrados “recorren decenas de kilómetros en grupos numerosos, causando un daño desordenado y en exceso a muchos animales, sin el objetivo directo de obtener alimento. Finalmente se alimentan como carroñeros oportunistas sobre guanacos o ganado muerto que no ha sido retirado del campo, e incluso animales muertos a la vera de la ruta”. En este sentido, el fenómeno en Tierra del Fuego difiere de la Patagonia continental, donde los perros suelen mantenerse en zonas periurbanas: aquí se establecieron en áreas rurales y naturales, reproduciéndose con éxito.

El relevamiento más reciente de Arona y su director de tesis, Adrián Schiavini, determinó que Ushuaia concentra 8.484 perros no supervisados, Tolhuin 2.888 y Río Grande 14.361, con densidades que superan los 18 ejemplares por kilómetro cuadrado. Estas cifras reflejan un problema estructural que no solo golpea a la producción ganadera, sino que también altera el equilibrio ecológico. Como resume Arona: “Durante estos siete años de trabajo se identificaron más de 200 perros adultos asilvestrados, además de cachorros que no se contabilizan en el estudio porque es difícil reconocerlos cuando crecen”.

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