La crisis en la Caja Previsional de la Policía Territorial de Tierra del Fuego sigue profundizándose. Jubilados y retirados de la fuerza denuncian que, además de no haber percibido el aguinaldo ni el salario de julio, ahora tampoco cobraron los haberes correspondientes a agosto. La situación afecta a más de 500 familias que dependen de esos ingresos para subsistir.
Un efectivo retirado, que prefirió mantener el anonimato por temor a represalias, relató con crudeza la dimensión del problema: “Somos unas 540 familias afectadas, de las cuales unas 100 viven acá en Tierra del Fuego, pero el resto está en otras provincias del país. Muchos tenemos hijos estudiando en el norte, viudas que dependen de este ingreso para subsistir. Esta situación no afecta solo a un número de personas, está destruyendo la vida de familias enteras”.
La falta de respuestas de las autoridades y la ausencia de transparencia en la gestión de los fondos generan aún mayor indignación. Según denuncian, el directorio de la Caja fue designado “a dedo” y sin representación de los jubilados, mientras crecen las sospechas sobre un posible desvío de recursos hacia el Ejecutivo provincial.
El entrevistado también expuso el clima de intimidación que enfrentan: “Nos amenazan con sumarios y con la ‘exoneración’, que es la máxima sanción. Nos la muestran como la carta que tienen bajo la manga para que no hablemos. Y el miedo te paraliza porque significa perderlo todo, la pensión, el sueldo, y quedar desamparados”.
Ante este panorama, los retirados aseguran que ya agotaron las instancias administrativas y que su única salida es la vía judicial. “No tenemos la esperanza de cobrar ahora. Solo nos queda la esperanza en la justicia. Falta cobrar el aguinaldo, dos meses de sueldo, y esperar a ver qué dice un juez”, expresó el jubilado, aunque advirtió que el reclamo no se trata de un pedido extra: “La esperanza la tenemos, porque por encima de la esperanza tenemos un derecho. Todo lo que reclamamos es lo que hemos aportado. Ni más ni menos”.
Mientras tanto, la incertidumbre y el desamparo marcan el día a día de cientos de familias, que ven en riesgo no solo su estabilidad económica, sino también su dignidad.
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