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Provinciales

"Se ha intentado sacar menos bosques y agregarle más valor y generar trabajo"

El bosque fueguino siempre se presentó como un recurso de enorme valor, tanto económico como paisajístico y turístico. Con casi un millón de hectáreas de superficie —aproximadamente un tercio de la isla grande de Tierra del Fuego— se trata de un patrimonio natural que plantea desafíos de aprovechamiento, conservación y desarrollo.

Leonardo Collado, ingeniero forestal y director general de Ordenamiento Territorial y Gestión de Ambientes Forestales, explicó que la mitad de esa superficie corresponde a bosques de lenga, mientras que el resto se reparte entre ñire y especies siempreverdes como canelo e indo. Sin embargo, aclaró que no toda esa superficie puede aprovecharse, ya que parte se encuentra en áreas protegidas, parques o reservas.

Al analizar la evolución de la actividad en las últimas tres décadas, Collado sostuvo que no se registraron grandes cambios. “En treinta años no cambió mucho. El sector forestal sigue siendo muy primario, no se ha generado valor agregado y los actores continúan siendo principalmente extractivos”, señaló. Recordó además que en los años noventa se produjo un fuerte debate cuando una empresa internacional adquirió grandes extensiones de bosques productivos, lo que derivó en la sanción de la Ley Provincial de Bosques para evitar prácticas depredatorias como la exportación de astillas.

Uno de los factores que condiciona el desarrollo es el tiempo de regeneración de la lenga, que puede tardar más de doscientos años en volver a estar en condiciones de ser aprovechada. “Aunque es un recurso renovable, en términos económicos funciona como si no lo fuera, porque el ciclo es demasiado largo. Por eso hay que ir cada vez más lejos para encontrar material de calidad”, explicó.

Actualmente gran parte de la madera se destina a la fabricación de pallets, insumo básico para la industria electrónica radicada en la provincia. Para Collado, este destino refleja la falta de políticas orientadas a generar valor agregado. “Terminamos utilizando un recurso de altísimo valor para un producto descartable”, apuntó.

El ingeniero consideró que la provincia debería potenciar el mercado interno a través de carpinterías, talleres de diseño y producción de muebles u objetos de madera, lo que permitiría generar empleo sin necesidad de grandes volúmenes de extracción. Sin embargo, advirtió que gran parte de la cultura del trabajo en madera se perdió: “Hoy ya no hay carpinteros de obra como antes ni oficios ligados a la construcción en madera, lo que limita mucho las posibilidades de desarrollo”.

También cuestionó que la promoción industrial que impulsó el régimen de beneficios para Tierra del Fuego nunca contempló a la actividad forestal, pese a que la ley original estaba pensada para fomentar el uso de recursos naturales. “Quedamos estancados en un modelo de los años setenta. Todo el aparato institucional se volcó a la electrónica, se le dio la espalda al territorio y llegamos a la paradoja de destinar el cuarenta por ciento de la madera extraída a pallets”, señaló.

Para Collado, el desafío actual pasa por estimular la innovación y la agregación de valor: “Un pequeño taller con cuatro o cinco personas puede generar el mismo nivel de empleo que un aserradero que produce grandes volúmenes, con la diferencia de que en el primero se crea cultura, oficio e identidad”.

El bosque fueguino, concluyó, debe pensarse no solo como un recurso económico, sino como un pilar para el turismo, la identidad y el desarrollo sostenible de la provincia.

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