
Tras el sismo registrado el pasado 2 de mayo a unos 230 kilómetros al sur de Ushuaia, surgieron múltiples inquietudes en la población respecto a la posibilidad de un tsunami en la ciudad. Radio Provincia entrevistó al licenciado Walter Dragani, doctor en Oceanografía e investigador del CONICET.
“El movimiento sísmico fue analizado por distintos organismos, y desde el Servicio de Hidrografía Naval se realizó una modelización de un hipotético terremoto submarino con un consecuente tsunami en la falla del Arco de Scotia”, explicó Dragani. “Lo que observamos es que las ondas del tsunami, al provenir del sur y chocar con la costa argentina que tiene orientación norte-sur, deben girar 90 grados. Ese proceso, llamado refracción, atenúa significativamente la energía de la onda”, aclaró, llevando tranquilidad.
Según el especialista, este tipo de comportamiento protege a las zonas costeras del sur de Santa Cruz y Tierra del Fuego. Aunque no había registros en el mareógrafo de Ushuaia al momento del evento, se analizaron datos de Puerto Williams, ubicado muy cerca, donde se registró una perturbación menor a los 10 centímetros. “Eso nos permite suponer que en Ushuaia la situación fue similar”, sostuvo Dragani.
Respecto al canal Beagle, Dragani indicó que un movimiento sísmico fuerte en la boca este del canal podría tener un impacto mayor, pero lo consideró poco probable. “No lo hemos estudiado porque no lo vemos como una fuente sísmica tan activa como el sur. Pero imposible no es”, reconoció.
Al ser consultado sobre Río Grande, ciudad que da directamente al Atlántico, Dragani fue claro: “Está más expuesta que Ushuaia. Si se diera un terremoto fuerte frente a sus costas, y coincidiera con la Pleamar, podría generar una inundación. Pero es muy poco probable”.
Además, explicó que la Dorsal Atlántica, que recorre el océano desde la Antártida hasta el norte, es una zona de baja actividad sísmica violenta. “Los terremotos allí son débiles, de magnitudes 1 a 3, porque es una falla de expansión. A diferencia de las zonas de subducción como en Indonesia en 2004, donde sí se liberan grandes cantidades de energía”.
Para cerrar, Dragani comentó que actualmente cuentan con software que simula terremotos submarinos. “Modelamos una situación similar al tsunami de Sumatra de 2004, pero en nuestra región. Aunque se generara una perturbación de medio metro en el epicentro, en Río Grande el efecto sería menor a dos veces esa altura. Es decir, un metro como mucho, algo muy diferente a los tsunamis devastadores del Pacífico”.
La explicación técnica pero clara de Dragani deja una conclusión tranquilizadora: los riesgos de un tsunami en Ushuaia o Río Grande existen como posibilidad teórica, pero los estudios actuales indican que la probabilidad y el impacto serían muy bajos.
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