El 23 de septiembre se conmemora el Día Internacional contra la explotación sexual y el tráfico de mujeres y niñas/niños, fecha determinada en la Conferencia Mundial de la Coalición contra el Tráfico en coordinación con la Conferencia de Mujeres en 1999. Una violación de los derechos humanos que mueve más de 35 millones dólares y que deja secuelas imborrables en sus víctimas.
Se recuerda esta fecha con el único objetivo de denunciar y erradicar estas prácticas, así como prestar atención a aquellas víctimas que han sufrido explotación sexual o han sido sometidas a trabajos forzosos y que normalmente se trata de mujeres y niños.
La Organización Internacional del Trabajo afirma que existen 4 millones y medio de víctimas de explotación sexual forzada en el mundo y que el 90% son mujeres y niñas.
Aunque realmente, se piensa que son muchas más ya que es difícil cuantificar un negocio clandestino e ilegal como es el de la trata. Afecta a prácticamente todas las naciones del mundo y es que según los estudios entre 2010 y 2012 se encontraron víctimas en 152 países en 124 países diferentes.
Las víctimas de trata son reclutadas mediante el engaño o la violencia. Luego son alejadas de sus hogares, aisladas de sus familias y sometidas contra su voluntad a la explotación laboral o sexual.
En nuestro país, desde 2008, con la sanción de la Ley Nacional Número 26.364 “Ley de Prevención y sanción de la trata de personas y asistencia a las víctimas” se han rescatado más de 7000 personas. A más de un siglo de aquella ley, el flagelo de la trata sigue vigente y, después del tráfico de drogas y armas, es el negocio transnacional que genera mayores dividendos.
Esta violación de los Derechos Humanos que afecta a miles de mujeres en nuestro país y en el mundo entero es la esclavitud del Siglo XXI. Por eso, la trata de personas nos involucra a todos. Cambiar esta historia es posible, si no miramos para otro lado.
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