
La enorme mayoría de los salmones rosados que consumen los argentinos no son rosados, sino blancos. La apariencia es fruto del uso de colorantes. Vienen de unas jaulas instaladas en el el mar, al sur de Chile, donde la salmonicultura tiene décadas. Ahora el gobierno de Cambiemos firmó una acuerdo con Noruega para que se críen salmones exóticos en el canal de Beagle, pero casi no hay información oficial. En la otra vereda, en Tierra del Fuego se desarrolló un movimiento que nuclea desde agentes de turismo y hoteleros hasta chefs y ambientalistas, que alegan, entre otros problemas, que la presencia de pingüinos, centollas y ballenas está en riesgo. Infobae recorrió la zona junto a un equipo de Greenpeace.
Mientras Cambiemos promueve la creación de áreas marinas protegidas y el paradigma de conservación en el mundo apunta hacia otro ángulo, el Gobierno se firmó a espaldas de la población el convenio con Noruega para evaluar la factibilidad del desarrollo de la acuicultura de salmones en el Canal de Beagle. Hasta ahora prácticamente nadie lo defendió en público. Ni siquiera se conocen todos los anexos del acuerdo. Infobae solicitó una entrevista con algún vocero del Ministerio de Agroindustria, Ganadería y Pesca, pero apenas enviaron un paper de un hoja con información básica. Algo similar ocurrió en Tierra del Fuego, donde explicaron que no habrá declaraciones hasta que finalice el estudio.
Según la presidente de la Fundación Mane\'kenk, Nancy Fernández, Noruega aportará apenas 25 mil dólares al proyecto, mientras que otros 95 mil los abonará el gobierno fueguino para la investigación. \"Ellos dicen que estudian la capacidad de carga, que no es otra cosa que saber cuántos bichos se pueden meter. Un estudio de factibilidad no es un estudio de impacto ambiental\", aclaró. Y remarcó que la salmonicultura \"afectaría el Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas al que adhirió Argentina\".
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