
Con la llegada del invierno y el descenso de las temperaturas, los hogares de Río Grande intensifican el uso de calefacción, lo que aumenta el riesgo de intoxicaciones por monóxido de carbono (CO), un gas invisible, inodoro y altamente peligroso. En este contexto, contar con un detector de monóxido en el hogar puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
El monóxido de carbono se produce por la combustión incompleta de artefactos a gas, leña o carbón, y su inhalación puede causar desde dolores de cabeza y mareos hasta pérdida de conciencia e incluso la muerte. Los detectores son dispositivos que emiten una alarma ante la presencia del gas en el ambiente, lo que permite actuar a tiempo y evitar consecuencias graves.
En Río Grande, la Ordenanza Municipal N.º 3000/2019 establece la obligatoriedad de instalar detectores de monóxido en viviendas que cuenten con sistemas de calefacción o cocción a gas. Esta medida, pensada para resguardar la seguridad de los vecinos, representa una herramienta fundamental de prevención, especialmente en una ciudad donde las condiciones climáticas requieren un uso constante de calefacción durante varios meses al año.
Aunque no todos los hogares han incorporado todavía este tipo de dispositivo, su implementación trae múltiples beneficios:
- Prevención de intoxicaciones graves y muertes accidentales
- Mayor tranquilidad para las familias
- Reducción del riesgo en viviendas con niños, adultos mayores o personas con problemas respiratorios
- Detección temprana de fallas en artefactos o instalaciones de gas
Contar con un detector de monóxido no solo cumple con la normativa vigente, sino que representa un acto de cuidado para con la familia y el entorno. Instalarlo es una inversión en salud y seguridad que, especialmente en esta época del año, puede salvar vidas.
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