
Daniel tiene 53 años y cada noche duerme en un cajero automático en pleno centro de Río Grande. No es por elección, sino por necesidad. “Siempre vengo a dormir acá. He estado en lugares peores. He tenido batallas con gente de la calle, que andan con cuchillos… No todos, pero hay algunos que sin pastillas se ponen mal”, cuenta con resignación.
Relata que días atrás intentaron robarle el celular mientras intentaba descansar. “No puedo dormir bien. Estoy incómodo, y soy una persona grande. Tengo prótesis y clavos en el pie”, explica. A pesar de todo, su fe es su refugio: “Le agradezco a Dios porque me pongo a orar. Yo soy cristiano. Le doy gracias por este techo, aunque sea un cajero”.
Daniel llegó desde Córdoba buscando trabajo. Le habían prometido un empleo en una empresa de transporte en Santa Elena, pero fue otra falsa esperanza. “Ya me había pasado en el ‘97, cuando vine con mi hija y la madre. También me dejaron sin nada”.
Durante el día trata de mantenerse higienizado. “Voy al hospital, me lavo los pies, trato de estar limpio. La comida... como puedo. A veces la gente me la trae”.
En Córdoba perdió su casa, donde vivía con sus seis hijos. “Cuatro nenas y dos varones. Trabajé en Carrefour haciendo limpieza, después en construcción. De todo, lo que venga. Es un trabajo, ¿me entiende?”.
Aunque muchos lo evitan, hay quienes lo ayudan. “La gente de Prosegur entiende mi situación. Me dejan sacar un colchadito. También hay un chico de limpieza que es muy bueno. Al principio la gente se asustaba al verme ahí, pero ahora me conocen”.
Su pedido es simple y urgente: “No quiero estar más en la calle. Ya se viene el invierno. Lo único que quiero es un lugar, un trabajo, aunque sea de sereno. Me decían que buscan gente grande, pero no sé cómo moverme, no tengo ni para un colectivo”.
Hace quince días que duerme en el cajero. Antes vivía con su hermano, pero lo echaron. “Me trataron mal. Bueno, que Dios los bendiga”, agrega sin rencores.
Daniel no pide limosna. Pide dignidad. Quiere trabajar, mandar algo a sus hijos, recuperar su vida. Su historia es la de tantos que resisten, en silencio, esperando una oportunidad.
Quienes deseen ayudar a Daniel pueden contactarlo directamente al número: 351 519-2001.
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