Las cifras sobre desapariciones de niños y adolescentes en Argentina revelan una realidad inquietante: cada año se registran entre 800 y 1.000 denuncias, según datos de la organización Missing Children. Lidia Grinecher, voluntaria y expresidenta de la ONG, señaló un cambio preocupante en el perfil de los casos: "Antes eran adolescentes de 15 o 16 años, ahora vemos chicos de 12 o 13. Eso es muy grave".

Gran parte de las desapariciones corresponde a menores que abandonan voluntariamente sus hogares. Las razones más frecuentes incluyen conflictos familiares, dificultades escolares y restricciones como la prohibición del uso de teléfonos celulares. Afortunadamente, una porción significativa logra ser localizada en las primeras 48 horas gracias a la rápida difusión de la información. "Siempre hay alguien que los ve y avisa", remarcó Grinecher.

El fenómeno es más común en zonas de alta concentración poblacional, especialmente en el conurbano bonaerense. Las estadísticas también reflejan que las adolescentes mujeres son las más afectadas. En este contexto, la visibilización de los casos cumple un rol clave. Desde la ONG remarcan que, aunque muchas veces se cuestiona por qué algunos casos reciben atención mediática y otros no, cualquier tipo de difusión es positiva. "Entre el silencio y la exposición mediática, preferimos lo segundo. Todo lo que se difunda ayuda", afirman.

Los datos oficiales refuerzan la gravedad de la situación. El Registro Nacional de Información de Personas Menores Extraviadas (RNIPME) contabilizaba hasta mayo de 2024 un total de 1.777 casos activos. En paralelo, el Sistema Federal de Búsqueda (SIFEBU) precisó que en lo que va del año, el 37,5% de las búsquedas corresponden a menores de edad.

Historias como la del pequeño Loan, que captó la atención del país, son un llamado de alerta sobre una problemática urgente. Se necesitan políticas públicas más eficaces, respuestas rápidas y un compromiso sostenido de toda la sociedad para proteger a la niñez y la adolescencia frente a este drama creciente.