
Nivia Sisneros, vecina de Río Grande, lleva cuatro años denunciando a sus vecinos por ruidos molestos sin obtener una solución. Asegura que la situación se volvió insoportable: “Hay noches en que la policía viene cuatro veces y apenas se van, ellos vuelven a subir el volumen. No se puede descansar”.
La mujer, de 61 años y con discapacidad, explicó que sufre las consecuencias del constante ruido: “Atravesé un cáncer, necesito tranquilidad. He trabajado toda mi vida y lo único que pido es vivir en paz”.
Según relató, las casas del sector son livianas y el sonido se amplifica dentro de su vivienda. “El ruido golpea las paredes, retumba adentro más que afuera. Ya hice exposiciones, denuncias, hablé con la secretaria del juez y hasta envié una carta personal. Pero no tuve respuesta”.
Sisneros reclama que la Justicia actúe ante una situación que, asegura, afecta directamente su salud y su derecho al descanso: “Los derechos de unos terminan donde comienzan los de los otros. Solo quiero poder dormir tranquila”.
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