Juan Bettiga, vecino de Ushuaia, atraviesa momentos de profunda angustia. Su hijo Dante, de 23 años, viajó a Rusia en noviembre del año pasado con el sueño de estudiar y conocer una cultura que siempre lo había apasionado. Pero el joven fueguino terminó enrolado en el ejército ruso y enviado al frente de batalla en Ucrania.
“Mi hijo viajó para aprender el idioma y estudiar Relaciones Internacionales. En una de las salidas de la universidad conoció a dos brasileños que lo convencieron de ingresar a una empresa privada que provee soldados al ejército ruso”, relató Bettiga en diálogo con Aire Libre. Según explicó, le prometieron que no iría al combate, que recibiría la ciudadanía rusa y que podría darse de baja cuando quisiera. Sin embargo, apenas tres semanas después del entrenamiento, Dante fue enviado a la línea de fuego en Donetsk, territorio ucraniano ocupado por Rusia.
Desde entonces, la familia mantiene contacto esporádico con el joven a través de Telegram o WhatsApp, cuando logra conectarse a una red Wi-Fi. “Ayer me llegó un mensaje de él que me partió el alma. Me pidió que haga lo que sea para sacarlo de ahí, que quiere volver a la Argentina”, contó su padre con la voz quebrada.
Juan, que además enfrenta una grave enfermedad, ha gestionado incansablemente la ayuda de la Cancillería argentina y de la embajada en Moscú. “Me llaman, me escuchan, pero no hay avances. Rusia no responde. Les pedí que alguien entregue en mano el reclamo a las autoridades, aunque sea para saber si lo recibieron”, dijo.
El drama familiar se agrava por la imposibilidad de viajar: “No puedo ir a Rusia por mi salud, y además allá no es como acá. Me dijeron que si voy a reclamar, me pueden detener”.
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