
La discusión por el huso horario volvió a la agenda nacional con una iniciativa parlamentaria que propone ajustar la hora oficial para aprovechar mejor la luz natural y reducir el consumo eléctrico. La idea central: que el reloj acompañe la geografía y el ritmo del sol.
El impulsor del proyecto, el diputado Julio Cobos, sostiene que hoy existe un desfasaje entre la hora legal y la que correspondería por ubicación. Ese corrimiento obliga a encender luces antes y por más tiempo, sobre todo por la tarde y la noche, con el consiguiente impacto en la demanda energética. En un país con tensiones crónicas de gas y electricidad en picos de consumo, el ahorro se vuelve una prioridad.
El argumento económico se complementa con razones sociales y de salud. Alinear el horario con los ciclos de luz y oscuridad —plantea la propuesta— contribuye a un mejor descanso, favorece el rendimiento escolar y ordena el sistema circadiano de la población.
El contexto internacional también pesa. La volatilidad en los precios de petróleo, gas y carbón por conflictos y tensiones geopolíticas refuerza, según el proyecto, la necesidad de usar los recursos con más inteligencia, recortando la dependencia de la iluminación artificial.
Otro punto señalado es la coordinación regional. Ajustar el huso facilitaría la sincronización horaria con socios del Mercosur, con efectos prácticos en comercio, logística y servicios transfronterizos.
En Sudamérica conviven distintos esquemas horarios apoyados en el Tiempo Universal Coordinado (UTC). Algunos ejemplos:
- Chile: continente en UTC−4 (pasa a UTC−3 en verano); Isla de Pascua en UTC−6 (UTC−5 en verano).
- Uruguay: UTC−3 todo el año, sin horario de verano.
- Paraguay: UTC−4 estándar y UTC−3 en verano (de octubre a marzo).
- Brasil: varios husos por su extensión: UTC−2 (islas oceánicas), UTC−3 (Brasilia), UTC−4 (parte de la Amazonía y Mato Grosso) y UTC−5 (Acre y extremo oeste), sin horario de verano.
Compartinos tu opinión