
Alfredo Calvagna, jubilado afiliado a la Obra Social del Estado Fueguino (OSEF), enfrenta un verdadero calvario cada vez que intenta obtener recetas médicas desde Buenos Aires, donde reside actualmente. Su caso, como el de muchos otros afiliados que viven fuera de Tierra del Fuego, expone fallas sistemáticas en la atención remota de la obra social provincial.
En diálogo con Radio Provincia, Calvagna describió con claridad su experiencia: “Es un suplicio cada vez que uno tiene que pedir medicamentos. Entro a la página de OSEF, me atiende un médico online, pero después la receta no es válida en las farmacias porque no reconocen al profesional”.
El inconveniente se repite con frecuencia. Según detalló, muchas veces es atendido por médicos de la Ciudad de Buenos Aires que no tienen matrícula registrada en Tierra del Fuego, por lo que sus recetas no son aceptadas por el sistema. “Todo depende de qué médico te atienda. Si no tiene matrícula fueguina, la receta no es válida. Y no es la primera vez que me pasa”, remarcó.
Además del problema con la validez de las recetas, Alfredo también relató situaciones en las que sus datos de afiliación no coinciden con los registros de las farmacias: “Voy a la farmacia, presento la credencial y me dicen que el número de afiliado no coincide con el de la receta. Me terminan negando la medicación”.
A esto se suma la falta de respuesta por parte de la obra social: “Mandás mails, no contestan. Llamás por teléfono y hay un solo empleado que te atiende amablemente, pero no puede hacer nada. Parece que el problema es del sistema informático, que no funciona bien hace rato”.
Calvagna explicó que, ante la falta de soluciones, decidió contratar una prepaga para garantizar su atención médica. “Gracias a Dios puedo pagarlo, pero no es justo. OSEF debería mejorar. Los empleados también van a jubilarse algún día y podrían pasar por lo mismo”.
Uno de los puntos más críticos de su testimonio fue cuando reveló que debió dejar de atenderse en el Hospital Británico, donde era paciente desde 2008, porque OSEF dejó de pagar. “Ahora me tengo que operar del corazón y no me voy a arriesgar en IOMA, que está peor que OSEF”, lamentó.
Alfredo lanzó un pedido claro a las autoridades de OSEF: “Por lo menos que tomen la queja y analicen qué está pasando. Uno no sabe qué hacer para comprar medicamentos. Termino pagando la diferencia, pero no es justo. A mi edad, no quiero seguir haciendo mala sangre por esto”.
Mientras tanto, espera que su testimonio sirva para que otros jubilados también alcen la voz. “No sé si soy el único que se queja, pero algo tiene que cambiar”, concluyó.
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