
La fueguina volvió a la provincia con el alta médica, después de dos años de intensa y dolorosa lucha contra la leucemia.
Cuando en agosto del año 2017 debió ser derivada a Buenos Aires para ser atendida en un establecimiento sanitario oncológico pediátrico, la vida de todos los integrantes de la familia de la pequeña de cuatro años se tiñó de un terrible miedo a que la fragilidad de su edad no le permitiera vencer la agresiva enfermedad que la atacaba y, en definitiva, a perderla.
Sin pérdida de tiempo, Ludmila comenzó un prolongado y complejo tratamiento en el Hospital Italiano de San Justo, entre otros centros de salud de renombre, en los que tuvo que exponer su pequeño cuerpo y su alma infantil a los procedimientos propios de una medicina, que aun en el siglo XXI no está despojada de prácticas invasivas y penosas.
El 22 de noviembre, la pequeña retornó a su ciudad, con la cara llena de sonrisas de felicidad, sobrepuesta a dos años de lucha sin cuartel. Ese día, además cumplió seis añitos.
Su abuelo Carlos, emocionadísimo y con la voz quebrada señaló a Diario Prensa, “esto es un milagro de Dios. Ahora solo tendrá que regresar cada tres meses a Buenos Aires a hacerse controles de rutina, pero los médicos ya le dieron el alta. Ella está sana y nosotros felices”.
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