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Violencia y discriminación en primaria: 6 de cada 10 chicos fueron víctimas

La convivencia escolar en las aulas argentinas de sexto grado presenta desafíos alarmantes: seis de cada diez estudiantes manifestaron haber sido víctimas de algún tipo de agresión y más de un tercio se sintieron discriminados en su entorno educativo. Así lo refleja el reciente informe “Desafíos de convivencia en la escuela primaria: discriminación y conflictos entre pares”, elaborado por Mercedes Sidders (Innovations for Poverty Action), María Sol Alzú y Leyre Sáenz Guillén (Argentinos por la Educación).

Aunque la mayoría de los niños declara sentirse bien acompañado y valorado por docentes y compañeros, las cifras revelan que una porción significativa atraviesa situaciones de exclusión, maltrato o aislamiento. El estudio, basado en las respuestas al cuestionario complementario de la evaluación Aprender 2023, señala que el 56% de los alumnos dijo haber presenciado situaciones de violencia entre compañeros y un 34% reconoció haber agredido a otro estudiante.

La discriminación, por su parte, también marca la vida escolar: el 36% afirmó haberla sufrido directamente. Las razones más frecuentes aluden al aspecto físico, los gustos personales y la orientación sexual o identidad de género. Las diferencias son notorias entre provincias y tipos de escuela: en Chaco, Santiago del Estero y La Rioja, los niveles de discriminación reportada superan el 45%, mientras que en escuelas públicas la proporción se duplica respecto a las privadas (42% frente a 21%).

Si bien un alto porcentaje de estudiantes dice contar con amigos (99%) y sentirse cómodos con el personal escolar (94%), más de la mitad también expresó haberse sentido excluido en algún momento, y un 40% señaló que alguna vez se sintió incómodo o fuera de lugar.

La respuesta institucional ante estos conflictos suele ser tradicional: intervenciones de docentes o directivos y posterior contacto con las familias, pero sin acciones sostenidas que aborden las raíces del problema. Para las autoras del informe, estas medidas son necesarias pero insuficientes.

En ese marco, especialistas destacan la importancia de enfoques preventivos y más integrales que prioricen el bienestar emocional, fomenten habilidades para la vida y promuevan una cultura del respeto. Mercedes Sidders, una de las autoras del informe, subraya que “las respuestas escolares suelen ser fragmentadas” y propone estrategias que involucren activamente a toda la comunidad educativa.

Desde distintas organizaciones que abordan el acoso escolar, se coincide en la necesidad de un cambio de paradigma. Alejandro Castro Santander, del Observatorio de la Convivencia Escolar de la UCA, propone transformar el aula en una “pequeña república” donde se valoren las diferencias y se prioricen las habilidades socioemocionales tanto como los contenidos académicos.

Pablo Mainer, fundador de la Alianza Anti Bullying Argentina, remarca que este tipo de problemáticas requiere una respuesta sistémica: “No se trata de contener, sino de prevenir y reparar. Las prácticas integrales deben dejar de ser la excepción para convertirse en norma”.

Finalmente, Paola Zabala, de la Comunidad Antibullying Argentina, sintetiza: “El derecho a aprender está profundamente ligado al derecho a sentirse seguro y valorado. El clima escolar no es un accesorio: es el corazón de toda experiencia educativa”.

El informe concluye que la transformación del clima escolar no depende solo de sancionar conductas, sino de construir un ambiente donde cada estudiante pueda desarrollarse plenamente, sin miedo ni discriminación.

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