
Este lunes, tras la lectura de la acusación fiscal, el Tribunal de Juicio de Río Grande escuchó por primera vez la declaración completa de Catalina Mayra Álvarez (19), hija de Norma Beatriz Gómez y una de las imputadas por el homicidio agravado de Luis Miguel López Villarroel, ocurrido el 3 de febrero de 2024 en la Margen Sur. Catalina, que tenía 17 años al momento del hecho y se encontraba embarazada, reconstruyó ante los jueces cómo fueron las horas previas, el ingreso a la vivienda de su madre y el dramático encuentro con el agresor.
Un comienzo marcado por lo personal
Catalina inició su declaración respondiendo preguntas básicas de identificación. Contó que había nacido en Río Grande el 5 de marzo de 2006, que vivía con su madre y hermanos, y que cursó la primaria y la secundaria en escuelas de la ciudad. Reconoció que no tenía antecedentes judiciales, aunque sí había sido víctima en alguna oportunidad de situaciones que no quiso detallar.También hizo referencia a su estado al momento de los hechos: “Estaba embarazada. Esa noche en la casa de mi papá les había contado la noticia”, dijo, explicando que la reunión familiar giró alrededor de ese anuncio, entre juegos de truco y conversaciones en un clima que hasta entonces parecía normal.
La reunión en la casa del padre
La joven narró que la noche previa estuvo en la casa de su padre, Mario Germán Álvarez, junto a su hermano Sergio, su pareja y otros integrantes de la familia. Relató que cenaron, jugaron al truco y que incluso hubo consumo de alcohol. Fue en ese contexto cuando recibió un llamado de su madre. “Me pidió la clave de su tarjeta y se la pasé. Me dijo que ya estaba acostada, que la casa estaba cerrada desde afuera con la cadena, como hacía siempre”, recordó.Pasada la medianoche, Catalina decidió regresar a la vivienda de su madre, en calle Yaven, junto a Nicolás, Sofía y su hermano Juan. “Queríamos ver cómo estaba, porque ella no volvía. Además, yo tenía sueño y prefería ir a dormir a la casa de mi mamá”, explicó.
La llegada a la casa de Norma Gómez
Cuando el grupo llegó, se encontraron con la puerta principal cerrada por una cadena. Catalina relató que intentaron llamar a su madre y golpear, pero no obtuvieron respuesta. “Fui hasta la ventana y la vi acostada en la cama, boca arriba. No se le veía la cara, pero reconocí su cuerpo. En ese momento vi que había un hombre parado adentro. No lo conocía, nunca lo había visto”, contó.La joven dijo que la situación la inquietó y generó temor. “Yo le dije a Nicolás: ‘Hay alguien adentro y no nos deja entrar’. Ahí decidimos llamar a Sergio para que viniera rápido, porque no sabíamos qué hacer”.
El ingreso a la vivienda
Minutos después llegó Sergio y entre todos forzaron una ventana del comedor. “Rompimos el vidrio y pudimos abrirla. Sofía entró primero y después Sergio con un celular para alumbrar. Yo me quedé en la puerta de la pieza mirando hacia adentro, mientras Nicolás estaba atrás mío”, recordó Catalina.Al ingresar, se dirigieron directamente a la habitación principal. Allí se produjo la escena más fuerte de su declaración: “Me acerqué a la cama. Le decía ‘mamá, mamá’, pero no respondía. Estaba semidesnuda, entonces la tapé con una manta. Me di cuenta que no respiraba”, sostuvo visiblemente afectada.
El encuentro con López Villarroel
Fue en ese instante cuando Catalina advirtió de lleno la presencia de López Villarroel. “Estaba al lado de los muebles. De repente levantó la mano como para pegarme. Yo reaccioné y se la agarré. Empezamos a forcejear, yo hacía fuerza con las dos manos para que no me hiciera nada”, relató.La joven describió cómo durante ese forcejeo intervino su hermana Sofía: “Ella me agarró de atrás y me tiró. Yo todavía lo sujetaba, y cuando lo solté vi que le chorreaba sangre. Ahí me asusté más”.
Catalina explicó que en ese momento fue retirada de la habitación: “Nicolás me sacó para afuera. Yo gritaba: ‘¡Mi mamá está ahí, mi mamá no respira!’. No quería salir, pero me llevaron al pasillo. Afuera ya se escuchaban las sirenas de la policía”.
La llegada de la policía
Según su testimonio, cuando los efectivos policiales entraron a la escena, ella todavía tenía sangre en las manos y algunas lastimaduras. “Un policía me dijo: ‘Andá a lavarte las manos que tenés cortes’. Entonces fui hasta la canilla del patio y me las enjuagué. Tenía sangre y raspaduras que no me había dado cuenta”, declaró.Luego, junto a otros familiares, fue conducida a un móvil policial y más tarde trasladada al hospital para ser asistida. “Estaba nerviosa, no entendía lo que pasaba. Solo pensaba en mi mamá, que había quedado en la cama”, agregó.
Un relato atravesado por la desesperación
El testimonio de Catalina fue extenso, con interrupciones por la emoción y con numerosas preguntas tanto del tribunal como de las partes. La joven remarcó en varias ocasiones que nunca había visto antes a López Villarroel y que su primera reacción fue intentar defenderse. “Yo solo quería que no me hiciera nada. Lo agarré de la mano para frenarlo. Después todo fue confusión, gritos, sangre, y de repente la policía ya estaba ahí”, resumió.El relato también dejó en claro la desesperación que sintió al ver a su madre inmóvil. “Yo la tapé porque estaba sin ropa y me di cuenta que no respiraba. En ese momento supe que algo malo había pasado”, dijo.
Un testimonio clave para el tribunal
La declaración de Catalina Álvarez es considerada central para el juicio, ya que la ubica en el interior de la vivienda durante los momentos más críticos de la madrugada y describe en primera persona el forcejeo con López Villarroel. Su versión coincide en varios puntos con la reconstrucción de la fiscalía, pero aporta matices sobre cómo vivió la situación.El proceso continuará con la declaración de los otros imputados y de los testigos convocados, en un juicio que promete extenderse varias jornadas y que mantiene una fuerte expectativa en la comunidad fueguina.
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